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Cristina Losada

Dantesco el libertinaje

La prioridad de los socialistas en esta ocasión, como en otras, es evitar que se responsabilice de algo al Gobierno central.

La prioridad de los socialistas en esta ocasión, como en otras, es evitar que se responsabilice de algo al Gobierno central.
Mercedes González. | EFE

Por fin se ha dicho: libertinaje. En esta columna hace algún tiempo que se apuesta por la resurrección del término. Desde que la izquierda empezó a presentar a Madrid, por no estar todo cerrado a cal y canto, como una reencarnación de Sodoma y Gomorra, sólo faltaba un pequeño desliz para que alguien se atreviera a decir, con todas las letras, una palabra que llevaba décadas en el registro de la burla y la befa, asociada como estaba, y parecía que para siempre, a la ya lejana batalla contra la censura, los restos de moralina "reserva de Occidente" o eso que en la misma izquierda suelen llamar "nacionalcatolicismo".

La persona que ha recuperado libertinaje, y la ha usado en serio, sin pizca de ironía, es la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González, quien obviamente no tiene ni idea de los ecos que despierta la palabra, y menos aún de la época a la que nos devuelve. La delegada la ha usado casi en el mismo contexto que dio lugar al dicho burlón, "no hay que confundir libertad y libertinaje", y lo hizo para cargar sobre la presidenta de Madrid la responsabilidad del libertinaje que, según su criterio, se vivió en la ciudad las noches del fin de semana, al finalizar el estado de alarma y, con él, el toque de queda.

Esas escenas, recogidas como siempre por vídeos parciales y no informativos, las calificó, además, de dantescas. O sea, que hubo en Madrid, según González, un libertinaje dantesco. Pocos precedentes habrá de un libertinaje así, pero quizá la delegada pueda sentar cátedra en materia libertina. De lo que no hay duda es de que, aparte de la calificación tremebunda, no ofreció datos básicos, como por ejemplo la cantidad de libertinos que se echaron a la calle en Madrid. ¿Fueron acaso decenas de miles o fueron más bien unos cientos? Y, como encargada del orden público, tampoco explicó cómo es que no lograron evitar las dantescas escenas las fuerzas de seguridad de las que es responsable.

Este fin de semana hubo festejos espontáneos y nocturnos en muchas ciudades españolas. De hacer caso a la delegada, todo ese desmadre, perfectamente previsible, ha sido culpa de Ayuso por sembrar en la ciudadanía la idea de una "falsa libertad". Vaya inmenso poder que le confiere a la presidenta de Madrid: movilizó a las masas libertinas de oeste a este y de norte a sur del país. Y quién sabe si también inspiró lo de Bruselas, donde tuvieron que emplearse a fondo los antidisturbios, y de alguna otra ciudad europea. Tanto interés en culpar a Ayuso de las escenas dantescas muestra que la prioridad de los socialistas en esta ocasión, como en otras, es evitar que se responsabilice de algo al Gobierno central.

A principios del verano de 2020, al culminar la desescalada y entrar en la "nueva normalidad", hubo botellones y fiestas masivas en muchos lugares de España. Pero aquello no fue libertinaje. Y no lo fue porque el presidente Sánchez hablaba de que había que "salir a la calle", sin miedo, dado que la pandemia estaba controlada, el virus vencido y derrotado, y los servicios sanitarios perfectamente preparados para acabar con los rebrotes. No había vacunas, ni se sabía cuándo las habría, pero la percepción del riesgo que transmitió entonces el Gobierno era baja. Hoy, con parte de los grupos vulnerables vacunados, el Gobierno dice, a la vez, que el riesgo es más bajo que nunca –por eso no hace falta un estado de alarma general– y que es peligrosísimo y escandaloso que haya festejos al aire libre que reúnan a cientos de jóvenes. Políticamente dantesco.

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