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Cristina Losada

Con Rubalcaba hemos topado

Calculan que se recaudarían cantidades astronómicas por esos lucrativos garajes, sin olvidar lo que apoquinarían las monjas dedicadas al boyante comercio de dulces y pastas.

Siempre se ha dicho que la izquierda está en contra de los privilegios. En realidad, es la izquierda la que dice tal cosa de sí misma, pero funciona como una verdad universalmente aceptada. Tan es así que con esa declaración basta, y no hace falta demostrarla con hechos. Buenos son los hechos. Como para fiarse. En esa larga lucha declarativa contra los privilegios hay que enmarcar, y nunca mejor dicho, la última –¿o es la primera?– iniciativa socialista por mejorar el estado de la Hacienda Pública. Se trata de que la Iglesia católica pague el IBI por los inmuebles que no están destinados al culto. A ese respecto, desde el PSOE han denunciado abusos sin cuento. Rubalcaba se ha referido a parkings explotados por los curas y al lado mismo de una catedral, para más inri. Otros de su partido han hablado de garajes. Igual resulta que la Conferencia Episcopal es el gran potentado español de aparcamientos de pago y nosotros sin enterarnos.

Calculan por ahí que se recaudarían cantidades astronómicas por esos lucrativos garajes, sin olvidar lo que apoquinarían las monjas dedicadas al boyante comercio de dulces y pastas. Lástima que el socialismo no sufriera antes este ataque de rigor tributario. Con ese caudal de IBI eclesiástico, puede que hubiera saneado las cuentas de los famélicos Ayuntamientos, quizá no habría sido necesario el Plan E, tal vez nos hubiera ahorrado la subida del IVA. Pero la fantasía que ha montado sobre esa prerrogativa no obedece a una súbita conversión a la virtud fiscal. De entre todas las entidades que la disfrutan, sólo ha señalado a una, vaya por Dios. Y como sólo le ha pedido "esfuerzos" a la Iglesia católica, el partido socialista naturalmente da a entender que esa iglesia no hace ninguno. Puesto en caricatura, que es su lengua propia: mientras el pueblo se aprieta el cinturón y no llega a fin de mes, obispos, curas y monjas engrosan su patrimonio y viven como rajás sin pagar un céntimo de impuestos.

En el ambiente de caza al privilegiado, real o supuesto, que ha traído la crisis, el PSOE aprovecha para lanzar un nuevo episodio de su cruzada contra la confesión mayoritaria. Cuidado, que las guerras políticas contra la religión las carga el diablo. Esto lo sabían bien Engels y Lenin, que estudiaron la Kulturkampf que libró Bismarck contra la Iglesia católica. No logró acabar con ella, sino fortalecerla. Por eso, desde el ateísmo militante, despreciaban la charlatanería anticlerical. Engañosa y superficial. Ni que hubieran escrito sobre nuestros socialistas.

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