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Cien años de calamidades

Cualquiera que se ponga a buscar encuentra, en estos cien años, calamidades que no fueron menos calamitosas que la del coronavirus.

Cualquiera que se ponga a buscar encuentra, en estos cien años, calamidades que no fueron menos calamitosas que la del coronavirus.
EFE

El presidente Sánchez viene diciendo en los últimos tiempos que la epidemia es la mayor calamidad que hemos vivido en cien años. Es muy característico del político novel, y él lo es en cierto modo, ignorar mucho o todo de la historia de España y de la historia del mundo. Lo único que conocen es lo que ocurre ahora, y más o menos. Hay, quizá, lagunas de formación, pero, sobre todo, hay desinterés. Para qué interesarse si se puede hacer política sin otro equipaje intelectual que las frases preparadas por los equipos de comunicación.

Cualquiera que se ponga a buscar encuentra, en estos cien años, calamidades que no fueron menos calamitosas que la del coronavirus. Si es que hace falta buscarlas. De hecho, aproximadamente en ese abanico temporal, entre 1918 y 1920, tuvimos una epidemia devastadora. La gripe española se calcula que causó entre 20 y 50 millones de muertos en todo el mundo. Era un mundo mucho menos poblado que el actual, y un mundo en el que la medicina y la ciencia, si comparamos con nuestra situación, estaban en mantillas. El impacto de aquella gripe, unido al de la Primera Guerra Mundial, fue desastroso. Una auténtica calamidad, que quedó eclipsada, en parte, por la que representó la guerra.

Hablemos de guerras, porque en esos cien años de Sánchez es imposible saltarse la Segunda Guerra Mundial. Fue una experiencia calamitosa para millones de personas en distintos lugares del mundo, y de manera acusada en Europa. El balance de muertos -entre 40 y 50 millones -, heridos, desplazados y deportados, y de ciudades y países destruidos es sobrecogedor. Y, perpetrado por los nazis, lo más sobrecogedor de todo: el Holocausto. Pero será que Sánchez y sus escribas a estos hechos terribles del pasado siglo no los consideran calamidades, sino otra cosa. Y demos por sentado, al mismo tiempo, que el comunismo, en su versión soviética o en la maoísta, con sus cien millones de víctimas mortales, tampoco entra en la categoría.

Mi recomendación a Sánchez es que no diga en el Congreso eso de que la epidemia es la mayor calamidad que hemos vivido en cien años. Quiero recordarle que cuando Abascal dijo, en octubre del año pasado, que el suyo era el peor Gobierno en 80 años, salió a replicarle muy raudo que había equiparado gobiernos democráticos al gobierno de la dictadura franquista. Pues ahora podrían acusarle a él, a Sánchez, de borrar de las calamidades españolas la que supusieron aquellos cuarenta años. ¿No le parecen una calamidad la Guerra Civil y la dictadura posterior? Tendríamos que incluir la Segunda República, pero el PSOE la reivindica.

La epidemia se ha cobrado la vida de decenas de miles de personas en España, y nada puede relativizar esa pérdida. Partamos de ahí. Y después reconozcamos que para hacerle frente hemos tenido instrumentos de los que antes se carecía. No de inmediato, cuando se recurrió al procedimiento medieval de confinar, pero sí, en un tiempo récord, con las vacunas. Sánchez y su gobierno no han tenido que afrontar la epidemia con los precarios medios de que disponían sus homólogos de hace cien años cuando se extendió la gripe española. En lugar de magnificar su papel, como si nadie, en un siglo, hubiera tenido que lidiar con una adversidad mayor, deberían rendir cuentas de su gestión. Una gestión, sí, calamitosa.

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