Es ya un acto reflejo del periodismo en España que se le pregunte a todo famoso lo que opina sobre este o aquel asunto político candente. Si la celebrity es actor o cantante, mejor que mejor. Nada parece interesar más que lo que piensa la gente del famoseo sobre el problema catalán, la exhumación de Franco, la dificultad para formar Gobierno, la coalición del PSOE y Podemos o, no hace tanto, sobre la crisis económica, los programas de austeridad y si había o no que rescatar a la banca. Al contrario que los expertos, que tienden a perderse en complejidades y no dan un titular ni a tiros –salvo los que quieren llegar a la fama–, los famosos son atrevidos, directos y pasionales. No opinan desde el conocimiento, sino desde la emoción. Esto, por lo visto, es lo que interesa.
Si el famoso o famosa no es local, sino extranjero, entonces la pregunta sobre los problemas políticos de España, y en general sobre España como problema, es obligada. Se diría que no hay nada que interese más que lo que piensa el famoso internacional sobre nosotros. A ver cómo nos ve. A ver qué imagen damos. A ver cómo cree que podemos resolver tal o cual problema candente. Si es una actriz o una cantante, mejor que mejor, pero a falta de celebridades del espectáculo, bien valen las celebridades intelectuales. Y, sí, puede ser interesante lo que digan, pero también ocurre algo que es de lamentar. Que muestren que están mal informados. Eso, que se le perdonará al famoso del espectáculo, a un intelectual famoso no se le puede perdonar.
Acaba de estar en Madrid el historiador Niall Ferguson, un hombre con fama, reputación y prestigio, no sólo por ser el marido de Ayaan Hirsi Ali. Le entrevistaron en El Mundo, y como es obligado, se le preguntó por Cataluña. Y Ferguson, que no tiene simpatía por el nacionalismo, sino todo lo contrario, dijo que necesitamos más descentralización.
Muchos países europeos han sido descentralizados en los últimos 100 años y España no es una excepción: mucho se ha hecho en Madrid y mucho se ha hecho en Londres. La solución es ser más suizo. Pon más descentralización en los Estados europeos y no tendrás toda esta disrupción en forma de secesión.
Como antídoto para las oleadas secesionistas, el historiador receta el Estado de las Autonomías que ya tenemos, aunque parece que no sabe hasta dónde ha llegado nuestra descentralización. Pero su tesis, la idea de que la descentralización sirve de antídoto al virus separatista, soporta malamente el contraste con la realidad. Más todavía en el caso del separatismo catalán, cuyo auge, en los últimos años, no se debe a una falta de descentralización ni a una recentralización ni a nada similar. Al revés, la descentralización creciente, que llevó asociada una menguante presencia del Estado central, generó las condiciones para que el nacionalismo catalán monopolizara el poder durante décadas, cebara un movimiento independentista y se fortaleciera lo suficiente como para desafiar al Estado.
En esas condiciones, optimizadas por las cesiones que realizaron tanto el PP como el PSOE y su incapacidad o renuncia a frenar los abusos del poder nacionalista, éste pudo llevar a cabo sin impedimentos aquel plan de nacionalización de Pujol de 1990, llamado Las propuestas para aumentar la conciencia nacional. La estrategia de la recatalanización. Plan del que acabamos de conocer unos detalles que faltaban. La revista El Triangle ha publicado uno de los anexos, hasta ahora inédito, que incluye una lista de 84 personas a las que Pujol había elegido como "agentes actuantes" del plan. Los nombres, muchos de ellos habituales en los medios de comunicación, no sorprenderán.
Es fácil pensar que el separatismo se alimenta de la falta de descentralización. Es más difícil ver que se puede alimentar de la descentralización. Pero ocurre. Claro que no vamos a reprocharle a Ferguson que no vea algo que no ven –o no quieren ver– tantos intelectuales españoles. Algo que no ven partidos como el PSOE, también convencido de que con una dosis más fuerte de descentralización esto se arregla. Bueno, eso el PSOE de antes, que el de ahora, el de "Ahora España", vaya usted a saber.