A veinte días de las elecciones municipales en toda España y autonómicas en trece comunidades, la noche del 24-M y las jornadas siguientes se presentan de lo más interesantes e intensas. ¿La razón? Lo complicados, cuando no imposibles, que serán los pactos para conformar mayorías estables. En una primera aproximación: allí donde el PP no consiga la mayoría absoluta tendrá muy difícil gobernar, porque, en sentido contrario, donde la izquierda –PSOE, Podemos e IU– sume los concejales o diputados suficientes habrá pactos y gobiernos de izquierdas, aunque los populares hayan sido la fuerza política más votada. En este puzle falta introducir el factor Ciudadanos, pero eso es harina de otro costal. Vayamos por partes.
El PSOE ya lo ha dejado claro: está abierto a pactar con todos menos con el PP y con Bildu. Amén de que el simple hecho de poner en el mismo plano a los dos partidos es bastante ofensivo, personalmente no tengo ninguna duda que el primer descarte será exactamente así. En el ADN de los actuales dirigentes, es un decir, socialistas está el echar a la derecha de todos los sitios que pueda. Se podrá argumentar que eso es lo lógico en alguien que quiera ser alternativa en el Gobierno de España. Pero la cosa se complicará para los socialistas si en esos pactos de izquierda su posición de partida es de enorme debilidad, como sucedería, por ejemplo, en aquellos lugares donde Podemos quede por delante de ellos. En ese supuesto, ¿qué hará el PSOE? Tengo pocas dudas: apoyarán al candidato de Podemos.
En cuanto a lo de no pactar con Bildu, está muy bien como declaración de principios; pero hay una comunidad, Navarra, en la que los dirigentes socialistas locales no piensan lo mismo que los de Ferraz. Otra cosa es que sus pésimas expectativas electorales les puedan convertir en irrelevantes a la hora de configurar el Gobierno de la Comunidad Foral, pero puede que no suceda lo mismo en algunos ayuntamientos. Hace cuatro años tuvo que ser la Ejecutiva federal, y más concretamente José Blanco, el que parara los deseos del PSN de pactar con quien fuera con tal de echar a UPN de las instituciones navarras. Ahora habrá que estar muy atentos, porque el mapa electoral que las encuestas dibujan en Navarra es enormemente preocupante para todos aquellos que defienden que tiene que seguir siendo una comunidad foral independiente y huir de esa integración en Euskadi que persiguen desde los tiempos de Sabino Arana los nacionalistas vascos de uno y otro signo.
En cuanto a Podemos y lo que quede de IU, no hay ninguna duda de que trabajaran para formar gobiernos de izquierdas, aunque para ello tengan que apoyar a los candidatos del PSOE. Habrá que ver cuál es la fuerza real del partido liderado por Pablo Iglesias después de la espantada de Monedero y del desinflamiento que apuntan las encuestas.
Y en este puzle queda escrutar a Ciudadanos. El partido de Albert Rivera es la fuerza política de moda, y dentro de veinte días se va a consagrar como un partido ya no de ámbito exclusivamente catalán sino nacional, con una presencia importante y determinante en muchos lugares de España. Los casos de Madrid y Valencia serán especialmente significativos.
Mi pronóstico, y creo que no arriesgo mucho, es que Ciudadanos hará todo lo posible para no inclinarse ni hacia un lado ni hacia el otro a la hora de establecer pactos. La proximidad de las elecciones generales, a seis meses vista, les llevará a no mojarse más de lo estrictamente necesario, que será más bien poco. En ese sentido, quien piense que Ciudadanos será una especie de muletilla del PP que facilite el acceso o la continuidad de los populares en las instituciones –por ejemplo, en la Comunidad de Madrid o en el ayuntamiento de la capital– se equivoca de plano. Y lo mismo pasará en relación con el PSOE, a pesar de lo que puedan hacer los de Albert Rivera en los próximos días en Andalucía en la investidura de Susana Díaz.
Con ese panorama, puede suceder que algunos Gobiernos autonómicos tengan que arrancar en minoría, a la espera de lo que pase en las elecciones generales de finales de año. Entonces sí, entonces, a la vista de quién sea el inquilino de La Moncloa; a la vista de los apoyos que unos y otros tengan, se podrán reforzar o en su caso recomponer los pactos provisionales o las soluciones transitorias a que se llegue tras el 24-M.