En la entrevista realizada por Jordi Évole en La Sexta al exmiembro de ETA y muy probable candidato a lehendakari por Bildu en las próximas elecciones vascas hubo de todo, pero fundamentalmente la confirmación de algunas certezas, así como mucha inmoralidad y un reconocimiento muy especial y singular por parte del entrevistado. Empecemos por esto último.
Otegi quiso aprovechar la ocasión estrella que le brindaba La Sexta para devolver al expresidente Zapatero el regalo que este le hizo en febrero de 2007, cuando dijo de él que era un "hombre de paz". Nueve años después, el líder de la izquierda abertzale quiso dejar claro que la paz en el País Vasco se debía a personas como Zapatero. No olvidó, por supuesto, a su amigo Jesús Eguiguren. Otegi, al igual que ETA, tiene motivos más que sobrados para estar agradecido a la política que llevó a cabo Zapatero cuando en 2004 llegó a la Moncloa, que consistió fundamentalmente en abrir un proceso de negociación política con la banda terrorista que supuso que esta recibiera un enorme balón de oxígeno en un momento en que se encontraba en situación terminal, tras la política antiterrorista llevada a cabo por los gobiernos de Aznar.
Efectivamente, a comienzos de 2004 ETA estaba contra las cuerdas y su brazo político, ilegalizado. Zapatero dio la vuelta a esa situación: convirtió a ETA en un interlocutor váldio del gobierno y al mismo tiempo, con la complicidad infame del Tribunal Constitucional presidido por Pascual Sala, consiguió que las diferentes marcas de ETA fueran de nuevo legalizadas y de esa forma pudieran volver a las instituciones. ¿Cómo no van a estar Otegi y ETA agradecidos a Zapatero? Tampoco estaría de más que extendiera ese agradecimiento a otros socialistas, como Rubalcaba o Patxi López.
Por otra parte, Otegi confirmó punto por punto lo que algunos –el exministro Jaime Mayor Oreja fundamentalmente– han venido sosteniendo durante estos años: que la situación política actual está íntimamente ligada a un proceso en el que los actores principales son ETA, la izquierda y los nacionalistas. En algunos periodos ha sido la banda terrorista la que ha estado en la vanguardia de ese proceso y en otros –Estella, Perpiñán, desafío secesionista de Cataluña– los nacionalistas de ERC, CIU o el PNV. Y siempre de alguna manera presentes el PSOE y la izquierda, porque convendrá subrayar, como el propio Otegi hizo en la entrevista, que las reuniones que éste tuvo con el expresidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, comenzaron en 1999, es decir, un año después del pacto que firmaron ETA, el PNV y EA en Estella, y un año antes del Pacto Antiterrorista que, a propuesta de Zapatero como líder de la oposición, firmaron el PP y el PSOE en diciembre de 2000.
En cuanto al capítulo de inmoralidades, en la entrevista hubo muchas, pero subrayo dos: cuando dijo con enorme tranquilidad que la mañana del sábado 12 de julio de 1997, cuando era público y conocido que a las 4 de la tarde expiraba el plazo dado por ETA para que el gobierno acercara a todos los presos de la banda al País Vasco, o si no mataría a Miguel Ángel Blanco, él se encontraba tan ricamente con su familia en la playa de Zarauz, añadiendo, eso sí, que se notaba un silencio que proyectaba que se estaba viviendo una situación trágica. Menudo lince.
En segundo lugar, al hablar del atentado de Hipercor en Barcelona, en el que fueron asesinadas 21 personas, entre ellas varios niños, Otegi quiso destacar que ETA dio tres avisos a la Policía de que iba a explotar un coche bomba, que es lo mismo que sugerir que la culpa de los muertos fue de la Policía y no de la banda terrorista. Lo mismo que indicar que ETA también había pedido en diversas ocasiones a la Guardia Civil que en sus casas cuarteles no vivieran las mujeres ni los hijos de los guardias, para no ponerles de esa forma en riesgo ante posibles atentados, como los que se registraron en Vich y Zaragoza. ¿Cabe mayor vileza?
Lo terrible de todo esto es que si al final Otegi es candidato de Bildu en las próximas elecciones autonómicas habrá varios miles de vascos que le voten. Y que además lo hagan pensando que están apoyando a un "hombre de paz" y no a una persona que, al igual que todos los que han formado parte de ETA, debería estar inhabilitada de por vida para ser representantes público por el hecho de haber utilizado o apoyado el uso de la violencia para conseguir fines políticos, sembrando durante más de cincuenta años mucho dolor, muerte y destrucción.