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Cayetano González

La urgente rectificación de Casado

Lo que está en juego, no sólo en Castilla y León sino en toda España, es algo muy serio.

Lo que está en juego, no sólo en Castilla y León sino en toda España, es algo muy serio.
Pablo Casado, el pasado viernes, en Valladolid. | EFE/ Nacho Gallego

Los resultados electorales en Castilla y León ponen negro sobre blanco algo que muchos venimos defendiendo desde hace tiempo: el necesario e imprescindible entendimiento entre PP y Vox para construir una alternativa que tenga como objetivo prioritario poner fin al Gobierno Frankenstein y evitar que en las próximas elecciones generales Pedro Sánchez consiga un triunfo que le permitiera seguir otros cuatro años en la Moncloa, lo cual sería letal para España.

Las bases sociales de PP y Vox quieren mayoritariamente ese entendimiento, y con esa intención han votado en Castilla y León, como antes lo hicieron en Madrid. Pero, a día de hoy, quienes no lo quieren son Pablo Casado y su fiel escudero Teodoro García Egea, cuyas explicaciones y argumentos desde la noche electoral para reclamar un Gobierno del PP en la región se mueven entre el esperpento y la tomadura de pelo a sus electores.

Isabel Díaz Ayuso lo formuló de una forma sencilla pero muy clara durante la campaña electoral en un acto en Burgos: "Prefiero pactar con el partido de Ortega Lara que con quienes pactan con quienes fueron sus secuestradores". Ese planteamiento no solamente lo entiende cualquier votante del PP, sino que lo comparte al cien por cien. ¿Por qué entonces los Casado y los García Egea que anidan en Génova no lo aceptan y son consecuentes, empezando ya por reconocer que en Castilla y León la única vía que tiene Mañueco para gobernar pasa por pactar con Vox?

El liderazgo de Casado, cuestionado en amplios sectores de la opinión pública antes de estas elecciones, se verá muy dañado ante su base electoral en toda España si en Castilla y León se niega a pactar con aquellos que, mal que le pese, ocupan una parte importante del espacio electoral de la derecha. ¿Cuándo admitirá Casado que Vox es un partido que ha venido para quedarse, y que cuanto más tarde en aceptar que los votantes que se fueron del PP al partido de Abascal no tienen previsto volver a la casa madre será peor para él?

Lo que está en juego, no sólo en Castilla y León sino en toda España, es algo muy serio. El Gobierno de Sánchez está llevando a cabo un proceso de demolición no sólo del régimen constitucional sino de todo un orden social que ya empezó con Zapatero y en el que entra todo: desde la concepción de la familia como institución básica de la sociedad hasta el derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte, pasando por la memoria histórica, la Monarquía, la Iglesia. Todo, absolutamente todo ha sido puesto patas arriba por este Gobierno ideologizado y sectario, que cuenta para ello con lo mejor de cada casa: los comunistas de Podemos, los separatistas catalanes de ERC, los nacionalistas vascos del PNV y los herederos políticos de ETA.

Ante este panorama, sería irresponsable y fuera de toda lógica que la dirección del PP se enrocara en una posición de no querer saber nada con Vox. Si Casado llega a las siguientes elecciones generales como candidato –cosa que está por ver–, ¿tiene alguna duda de que necesitará el apoyo de los diputados de Vox en una hipotética investidura? ¿O cree que con los 110-120 escaños que le dan las encuestas a día de hoy va a poder gobernar en solitario? Incluso ¿no se ha planteado que a lo mejor un buen número de votantes del PP que quieren ese entendimiento con Vox se pueden cansar y propiciar incluso un sorpasso del partido de Abascal?

En política, como en otros órdenes de la vida, hay que saber rectificar cuando uno se ha equivocado. El camino que inició Casado con aquel discurso, tan errático como infame en algunos pasajes, que pronunció contra Vox y contra Abascal en la moción de censura contra Sánchez sólo le conduce a su suicidio político, y lo llamativo es que no se dé cuenta de ello y que nadie de su entorno –alguien que no sea Teodoro– se lo diga con total claridad.

Visto lo visto, no hay motivos para pensar que esa rectificación se va a producir en el corto plazo. Sin embargo, el tiempo apremia. Las generales están a la vuelta de la esquina, y si Casado sigue en sus trece, estoy seguro de que los votantes e incluso los militantes del PP tomarán buena nota y actuarán en consecuencia. Lo malo es que todo eso puede dificultar en grado sumo el objetivo de desalojar a Sánchez y a sus socios del poder. Allá cada uno con su responsabilidad.

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