La segunda acepción de pantomima según el diccionario de la Real Academia Española es farsa. Eso es exactamente lo que se produjo este pasado domingo en el Congreso de los Diputados con el acto institucional de homenaje a las víctimas del terrorismo que cada año se lleva a cabo. Las principales asociaciones de víctimas decidieron no prestarse a esa pantomima-farsa. Razones para adoptar esa actitud tenían para dar y tomar.
En el hemiciclo del Congreso estaba presente la portavoz de Bildu, los herederos políticos de ETA; en el hemiciclo se sentaron tres miembros del Gobierno de España –Carmen Calvo, Juan Carlos Campo y Fernando Grande Marlaska- que ha pactado en esta legislatura con Bildu. Al menos Sánchez tuvo el "buen gusto" de no acudir a ese acto; "buen gusto" que le faltó cuando hace unos días, durante la inauguración del Memorial de Víctimas del terrorismo instalado en Vitoria, visitó la reproducción del "zulo" donde ETA tuvo secuestrado a José Antonio Ortega Lara durante 532 días.
En el hemiciclo estaba el portavoz del PNV, Aitor Esteban, partido que en el pasado no apoyó ninguna de las medidas que desde el Estado de Derecho se tomaron para combatir y acabar con ETA. En el hemiciclo estaban diputados de Podemos y ERC, mucho más complacientes y comprensivos con los presos de la banda terrorista que con sus víctimas. Por eso, la ausencia de las principales asociaciones de víctimas –AVT, Covite, Dignidad y Justicia, Fundación Miguel Ángel Blanco, Fundación Jiménez Becerril, entre otras- fue un acierto, como también lo fue la no presencia del PP y VOX. Ciudadanos, en esa tendencia irrefrenable a equivocarse, si estuvo, aunque dejó claro su apoyo a las víctimas.
Con Zapatero en la Presidencia del Gobierno comenzó el proceso de demolición, desde las Instituciones, del colectivo de las víctimas del terrorismo. Le resultaban molestas y había que arrinconarlas. Ya sólo el hecho de la negociación política que llevó a cabo con ETA, cuando la banda terrorista estaba agonizando, supuso una humillación para las víctimas, que sin embargo supieron reacciona y arropadas por miles de ciudadanos plantaron cara en la calle a ese proceso de negociación con el lema "en mi nombre, NO". Luego el Gobierno de Rajoy cometió la indignidad, al comienzo de su mandato, de facilitar la puesta en libertad de Bolinaga, uno de los secuestradores de Ortega Lara. Y ahora, han tenido que sufrir todas las tropelías de Sánchez, acercamientos de presos de ETA a cárceles vascas incluidos como pago a Bildu y el PNV por el apoyo que estos dos grupos le han prestado. Y si todo lo anterior no fuera ya suficiente, siguen esperando a que se resuelvan los más de 300 casos de asesinatos de ETA que todavía están pendientes.
Las víctimas no necesitan homenajes institucionales, sobre todo cuando parten de políticos que luego hacen lo que hacen. Las víctimas tienen el apoyo, el afecto, la cercanía y el cariño de muchos miles de españoles y eso les reconforta mucho más que cualquier acto institucional. Las víctimas sólo piden Memoria, Dignidad y Justicia. Lo que se hizo el domingo en el Congreso está muy alejado de ello. Fue lisa y llanamente una farsa.