A los tontos útiles que anidan en los círculos políticos y mediáticos madrileños, y que ven en el actual PNV un partido nacionalista, sí, pero moderado, muy distinto a los alocados dirigentes nacionalistas catalanes impulsores del proceso secesionista, no sé si les hará cambiar de opinión el medido apoyo del partido fundado por Sabino Arana al referéndum ilegal convocado por la Generalitat para el próximo uno de octubre, que le ha llevado a salir a la calle en Bilbao este fin de semana.
En el más propio estilo peneuvítico, dio lo mismo que el lehendakari Urkullu hubiera declarado veinticuatro horas antes que el citado referéndum no tenía "las garantías debidas". En una estrategia muy calculada, que es todo menos ambigua, a la manifestación de Bilbao asistieron los presidentes del PNV de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, los diputados generales de estos territorios, pertenecientes los tres a ese partido, y otros cargos públicos de dicha formación, como el alcalde de Bilbao. No lo hicieron ni el lehendakari Urkullu ni el presidente del partido, Andoni Ortuzar, que optó por mantener ese día una entrevista en Girona con Puigdemont.
La presidenta del PNV de Vizcaya, Itxaso Atutxa (ningún parentesco con el que fuera consejero de Interior del Gobierno vasco, Juan María Atutxa), no se cortó un pelo y declaró: "Las instituciones catalanas están absolutamente legitimadas para llamar a su pueblo a un referéndum". Que esta declaración entrara en flagrante contradicción con la realizada por Urkullu no supone ningún motivo de preocupación para la señora Atutxa, porque ella sabe, al igual que el lehendakari, que lo que gusta a las bases de su partido es oír eso y no su contrario.
Decía antes que, en el PNV, de ambigüedad, nada. Es un partido independentista, así figura en sus estatutos, que en pro de ese objetivo, y de estar en el poder, juega todas las bazas que haga falta. No tiene ningún empacho en gobernar en Ajuria-Enea con el apoyo del PSE y en Navarra gracias a Bildu y a Podemos, mientras en Madrid le saca las castañas del fuego a Rajoy votando a favor de sus Presupuestos, eso sí, a cambio de 4.200 millones de euros. ¿Quién da más? Pero ese aparente pragmatismo del PNV tiene siempre una válvula de escape que no es otra que su tendencia natural al independentismo. Son las famosas dos almas del partido de Arana.
Otra cosa es que, tras la amarga experiencia que supuso para el PNV el descabellado Plan Ibarretxe, sus dirigentes tomaran buena nota y ahora hayan querido mantener una cierta distancia, al menos en las formas, y esperar a ver en qué acaba el pulso independentista lanzado al Estado desde Cataluña.
Pero Bildu, la marca actual de ETA, y los sindicatos ELA y LAB se han subido al carro de la estrategia catalana y llevan ya meses apretando al PNV. Y a medida que se acerquen las elecciones autonómicas de 2019 someterán a este partido a un pressing cuya intensidad dependerá también, en buena parte, de cómo acabe políticamente el golpe a la democracia de Mas, Puigdemont y Junqueras.
El presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, ha hecho este fin de semana un llamamiento al lehendakari Urkullu para que ponga orden en su partido y no se den situaciones como las vividas estos días en relación con el proceso secesionista en Cataluña. Está bien lo dicho por Alonso, pero quizás le ha faltado añadir que también hablará con los suyos en Madrid para que dejen de alabar en público y en privado el sentido de Estado del PNV por el hecho de haber apoyado a Rajoy en los Presupuestos de este año. Y para alertarles de que, cuando les convenga, los nacionalistas dejarán tirado a Rajoy, por ejemplo, apoyando una moción de censura del tándem Sánchez-Iglesias.