El presidente de Sortu, una de las marcas políticas de ETA, Hasier Arraiz, ha dicho este domingo que en estos momentos los vascos no pueden "dejar solos" a los catalanes y que "cualquier agresión y amenaza contra Cataluña lo es contra Euskadi".
No se refiere Arraiz a las agresiones cometidas por la banda terrorista ETA en Cataluña: 54 víctimas mortales en atentados tan sangrientos como el de Hipercor (21 víctimas), el de la casa-cuartel de la Guardia Civil en Vic (9 víctimas) o el de Sabadell, donde un coche bomba accionado al paso de un convoy de la Policía Nacional causó 6 muertes. Tampoco se refería a los asesinatos del exministro socialista Ernest Lluch y los concejales del PP en José Luis Ruiz Casado y Francisco Cano. No, Arraiz se refería lógicamente a las medidas que el Gobierno de la Nación o el Tribunal Constitucional en su caso puedan tomar para impedir el referéndum ilegal convocado por Artur Mas para el próximo 9 de noviembre.
No sé a quién pretende engañar este individuo, pero algunos ciudadanos no hemos olvidado que en los primeros días de enero de 2004 el entonces conseller en cap de la Generalitat y máximo dirigente de ERC, Josep Lluis Carod Rovira, mantuvo una reunión secreta en Perpignan con los dirigentes de la banda terrorista ETA Mikel Antza y Josu Ternera. Al poco de su celebración, concretamente el 18 de febrero, ETA hizo público un comunicado en el que anunciaba una "tregua" sólo para Cataluña. Es decir, pensaba –como así hizo– seguir matando en el resto de España, pero no en el Principado.
En ese comunicado la banda terrorista decía, entre otras lindezas:
Euskal Herria y Cataluña son dos naciones oprimidas por los Estados español y francés, divididas territorialmente en bases [sic] a fronteras artificiales impuestas por la fuerza de las armas (…) Hoy en día, transcurridos 25 años, la crisis en la que se encuentra inmerso el marco político de la reforma española es más clara y profunda que nunca (…) Euskal Herria y Cataluña son las cuñas que están haciendo crujir el caduco entramado del marco institucional y político impuesto.
Y acababa con
un saludo revolucionario a todos los independentistas catalanes.
Es decir, ETA no sólo ha asesinado a 54 personas en Cataluña, sino que en un momento determinado –tras el fracaso del pacto de Estella de 1998 con el PNV y EA y la derrota años más tarde, en el 2005, del Plan Ibarretxe– pidió ayuda al independentismo catalán para que fueran ellos la vanguardia del proceso que tenía y sigue teniendo como objetivo la destrucción de España. El mismo objetivo por el que ETA ha asesinado a 857 personas a lo largo de su macabra existencia.
A ETA le ha venido de perlas que durante estos últimos años fuera el nacionalismo catalán, el de CIU y el de ERC, quien tomara el relevo en esa carrera por la independencia. Ilegalizado su brazo político a través de la ley de partidos impulsada por el Gobierno de Aznar, hasta que Zapatero y el Tribunal Constitucional le devolvió a las instituciones, y acorralada y debilitada por la actuación policial, la banda terrorista necesitaba una válvula de escape. Y la encontró en Cataluña. Por eso, y sólo desde esa perspectiva, la declaración de Arraiz de este domingo tiene cierto sentido: el de reconocer y agradecer esa ayuda que han recibido en estos años desde el nacionalismo catalán, que no de toda Cataluña.
A la espera de cómo acabe y hasta dónde llegue el proceso en Cataluña, ETA tiene ya diseñado su propio itinerario para el País Vasco. Ese camino pasa por meter en los próximos meses toda la presión que se pueda al PNV -partido al que ETA siempre ha despreciado y al que ve como una formación burguesa y de derechas- y al lehendakari Urkullu, a quien consideran un tibio demasiado centrado en las políticas económicas que descuida el objetivo independentista.
Conseguir el poder en Navarra es otro de los objetivos a corto plazo de ETA. A punto estuvo de conseguirlo hace unos meses, cuando el Partido Socialista en la Comunidad Foral quiso presentar una moción de censura contra la presidenta Barcin; sólo a última hora fue impedida por la calle Ferraz. En las últimas encuestas conocidas, las marcas de ETA en Navarra se afianzan como la segunda fuerza política, por delante de los socialistas. Habrá que ver qué hacen estos tras las elecciones forales del próximo de mayo.
ETA no parará hasta conseguir sus objetivos políticos. Muy probablemente no vuelva a matar, entre otros motivos, porque sin hacerlo en los últimos años ha conseguido mucho más que pegando tiros o poniendo bombas. El proceso en Cataluña les ha venido muy bien, pero ellos quieren más: quieren una Euskadi socialista e independiente. En el Madrid político y mediático todavía no se han enterado. Están entretenidos con las listas a las municipales y autonómicas.