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Cayetano González

El tripartito vasco

Lo más probable es que se reedite la coalición entre el PNV y el PSE, aunque la suma entre Bildu, Podemos y los socialistas permitiera la otra fórmula de gobierno.

En la noche electoral del próximo domingo en el País Vasco y Galicia, habrá varias cuestiones interesantes para analizar con detenimiento, una vez se conozcan los resultados. En el caso de Galicia, lo más –por no decir lo único– importante es saber si el PP, con Núñez Feijóo de candidato, revalida la mayoría absoluta para poder seguir gobernando, porque en caso contrario el Partido Socialista, el BNG y no se sabe cuántas Mareas se aliarán y se liarán con tal de echar a la derecha del poder.

En las elecciones vascas, parece claro que el PNV volverá a ser el partido más votado, con una distancia importante sobre los demás, pero –al menos es lo que dicen las encuestas– sin llegar a la mayoría absoluta, que se sitúa en los 38 escaños. Las encuestas dan al partido de Urkullu una horquilla de 30-32 escaños, lo que supondría un crecimiento sobre los 28 que tiene actualmente.

Habrá otra cuestión importante que convendrá analizar, con la ayuda de una sencilla operación matemática: ¿la suma de EH-Bildu, PSE y Podemos alcanzará los 38 escaños? Si es así, se abre una puerta a la conformación de un Gobierno tripartito de izquierdas, en el que la fuerza con más escaños sería la de los herederos políticos de ETA, seguida a distancia por el PSE y por Podemos, al que las encuestas auguran una fuerte bajada.

En ese supuesto, será el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, el que tenga en su mano echar al PNV del poder en Vitoria y situar en Ajuria-Enea... ¿a quién?, ¿a la candidata de Bildu?, ¿a la de su partido, Idoia Mendia? Una vez el PSOE ha pactado con Bildu en Navarra y en el Congreso de los Diputados, la línea roja de no llegar a acuerdos con los herederos de ETA ya no sería ningún obstáculo. Es más, este domingo Sánchez respondía en una entrevista en El Correo con un escueto pero elocuente "así es" a la pregunta de si consideraba a EH-Bildu un actor político más. Si se pacta en Pamplona o Madrid con los herederos políticos de ETA, a los que el Presidente considera un "actor político más", ¿por qué no hacerlo en Vitoria si fuera conveniente?

La lógica política, si es que existe, lleva a pensar que esa operación tendría un nivel de riesgo muy alto, porque supondría que el PNV dejaría de ser uno de los socios preferentes de Sánchez en Madrid, amén de que el partido de Ortuzar-Urkullu y el PSE gobiernan en las más importantes instituciones vascas, como las diputaciones forales y los ayuntamientos de Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Pero con Sánchez todo es posible.

Lo más probable es que se reedite la coalición entre el PNV y el PSE, aunque la suma entre Bildu, Podemos y los socialistas permitiera la otra fórmula de gobierno. Pero, en cualquier caso, en el País Vasco se presenta una legislatura en la que el PNV va a tener permanentemente la amenaza de una alianza parlamentaria del tripartito de izquierdas, lo cual incomodará enormemente a los nacionalistas de Urkullu, incluso les podría llevar hacia posturas más radicales, abandonando el pragmatismo de los últimos años, a la hora de plantear esa nueva relación con el Estado que, aunque no se sabe muy bien en qué consiste, viniendo de un partido que no ha renunciado a su objetivo independentista, será otra fuente de problemas.

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