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Cayetano González

De la irrelevancia a la descomposición

En ningún caso se puede afirmar que del Kursaal donostiarra salga un PP vasco mas unido y con un proyecto ideológico fuerte.

El espectáculo, tan bochornoso como poco edificante, dado por los actuales dirigentes del PP vasco en las semanas previas al Congreso que han celebrado este fin de semana en San Sebastián no es un hecho ni casual, ni puntual, ni fruto de una simple lucha entre personas y/o territorios por controlar el poder de un partido, que cada vez tiene menos votos y una casi nula influencia en la vida política y social de la Comunidad Autónoma Vasca.

Ese espectáculo ha continuado en el Congreso de San Sebastián, clausurado este sábado por Rajoy, donde al final no ha quedado muy claro si el objetivo principal era tributar un homenaje, con abrazos y lágrimas incluidos, a Iñaki Oyarzábal –uno de los principales responsables de la penosa situación en la que vive el PP vasco- o visualizar el castigo, fundamentalmente por parte de los alaveses, a la presidenta Arantza Quiroga, por haber tenido la osadía de prescindir de aquel como secretario general. El mensaje político, si es que existía, no se ha podido abrir paso ante tanta batalla interna que ha causado unas heridas tan profundas que será muy difícil que puedan cicatrizar. Y en ningún caso se puede afirmar que del Kursaal donostiarra salga un PP vasco mas unido y con un proyecto ideológico fuerte para hacer frente al nacionalismo vasco que ya ha anunciado que quiere cambiar el estatus político y jurídico del País Vasco.

Lo que se ha vivido en estas semanas en el seno del PP vasco es la consecuencia lógica y natural de un proceso de descomposición personal, política e ideológica que comenzó hace seis años, en el 2008, cuando María San Gil decidió irse a su casa, harta de aguantar la vaciedad de Mariano Rajoy, su falta de decisión para plantar una confrontación política e ideológica a los nacionalismos y temerosa, como los hechos han venido a darle la razón, de que el Presidente de su partido y entonces líder de la oposición estuviera en una operación de enjuague junto a Zapatero, Rubalcaba y el PSOE en el mal llamado "proceso de paz" con ETA ,que los socialistas habían llevado a cabo desde incluso antes de llegar al Gobierno en el 2004.

En el fondo, idénticos motivos por los que Jaime Mayor Oreja decidió dar un paso atrás, renunciando volver a encabezar la candidatura del PP al Parlamento Europeo en las elecciones de mayo; o por los que Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara se dieron de baja en el PP y decidieron fundar VOX; o por los que muchas víctimas del terrorismo han dejado de confiar hace tiempo en este PP.

Los responsables del deterioro

La marcha de San Gil supuso la llegada a la cúpula del PP vasco de un grupo de personas, encabezadas por Antonio Basagoiti, y entre las que figuraban Iñaki Oyarzabal, Alfonso Alonso, Borja Semper, Antón Damborenea, Javier Maroto y también, aunque en otro plano, la propia Arantza Quiroga, que son los responsables directos del deterioro político sufrido por el PP vasco.

En este periodo (2008-2014) se ha asistido a la descomposición política e ideológica de un partido que fue admirado, querido, incluso venerado en muchos rincones de España, y no sólo por los votantes del PP, por su defensa de la libertad, de la democracia y de la Constitución en el País Vasco en los años en que ETA intentó la liquidación física del PP. Era el partido de Gregorio Ordóñez, de Miguel Ángel Blanco, de José Ignacio Iruretagoyena, de José Luis Caso, de Manuel Zamarreño, de Jesús María Pedrosa, de Manuel Indiano, de Tomás Caballero, de José Javier Múgica, todos ellos cargos públicos del PP vasco o de UPN, asesinados por ETA entre 1995 y el 2001. Pero también era el partido de Alberto Jiménez Becerril y su esposa Ascensión García, de José María Martín Carpena, de José Luis Ruiz Casado, de Francisco Cano y de Manuel Jiménez Abad, asesinados también por ETA fuera del País Vasco: en Sevilla, en Málaga, en San Andrés de Besos, en Tarrasa o en Zaragoza, por el único motivo de ser del PP; era el partido que con Aznar en la Presidencia del Gobierno y con Jaime Mayor en el Ministerio del Interior lideró una batalla sin cuartel contra ETA, dentro de la ley, pero con todo el peso de la ley, sin atajos tipo GAL, sin crímenes de Estado, sin saquear los fondos reservados. Era el partido que siempre supo estar al lado de las víctimas del terrorismo y que colocó a estas en el lugar que les correspondía en el debate político.

El PP "POP" y "Guay"

En estos seis años transcurridos desde el adiós de María San Gil, estos dirigentes actuales del PP vasco, inmaduros y frívolos en muchos de sus comportamientos, han hablado del PP "guay", del PP "pop", de la necesidad de "salir de las trincheras", de abrir el partido a la sociedad vasca, de llevar al PP vasco al "centro", de superar el discurso de estar hablando siempre de ETA, de "construir el futuro con Bildu", de demonizar a todo lo que oliera a Mayor Oreja, a María San Gil o a Carlos Iturgaiz. Es decir, un pseudo-discurso político lleno de complejos ante el nacionalismo y sobre todo, ante su historia y su propia razón de ser y de existir en el País Vasco.

Han sido los años en que el PP vasco apoyó y justificó la decisión del Gobierno de Rajoy de liberar al torturador/secuestrador de Ortega Lara, Josu Bolinaga; han sido lo años en que Oyarzabal insultaba a las víctimas del terrorismo que eran críticas con la política antiterrorista de su partido; han sido los años en que el Presidente del PP de Guipuzcoa, Borja Semper, decía que el futuro del País Vasco hay que construirlo con Bildu; los años en que este mismo personaje no iba a los actos homenaje que se celebraban en San Sebastian en memoria de Gregorio Ordóñez; los años en que, sumándose de forma mimética al discurso del PSOE y de la izquierda mediática, mantienen con toda naturalidad de que ETA ha sido derrotada, sin matizar que políticamente están mas fuertes que nunca. Así les ha ido, les va y les irá.

Los batacazos electorales

Hagamos un somero repaso de los resultados electorales obtenidos por los populares vascos con este grupo de dirigentes. En las elecciones generales de noviembre de 2011, la de la gran mayoría absoluta del PP de Rajoy, el PP vasco fue la cuarta fuerza política en la Comunidad Autónoma, incluso por detrás del PSE, consiguiendo sólo 3 de los 18 escaños en juego. Comparando estos resultados con los obtenidos en el caso de la otra mayoría absoluta del PP, la de marzo de 2000 con Aznar de Presidente, los datos son elocuentes: en aquella ocasión, el PP fue la segunda fuerza política en el País Vasco, muy por encima del PSE, y sacó 7 escaños en el conjunto de la Comunidad Autónoma, los mismos que el PNV.

Vayamos a las elecciones autonómicas. El mejor resultado obtenido por el PP fue en mayo de 2001 con Jaime Mayor Oreja como candidato a lehendakari. En aquellas elecciones, los populares obtuvieron 327.000 votos y 19 escaños en el Parlamento Vasco de un total de 75, siendo la segunda fuerza política. Once años mas tarde, en octubre de 2012, con Basagoiti como candidato a Ajuria-Enea, el PP vasco tuvo 130.000 votos y 10 escaños, siendo la cuarta fuerza política en el conjunto de la Comunidad Autónoma y en cada uno de los tres territorios que la integran.

Y el futuro electoral inmediato no pinta nada bien para el PP vasco. Es mas que probable que en las elecciones municipales y forales del próximo año pierdan los dos bastiones institucionales que en la actualidad detentan –la Diputación Foral de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria- y que tanto ha enarbolado el hombre de Soraya, Alfonso Alonso, en las últimas semanas en su batalla encarnizada con Quiroga. Y en las autonómicas de 2016 –donde se polarizará mucho el voto entre el PNV y Bildu-, las encuestas apuntan a que el PP consolidará su cuarta fuerza política, con muy escasas posibilidades de poder condicionar la composición del futuro Gobierno Vasco, al igual que le sucedió en las autonómicas de 2012, donde sus escasos diez escaños no le sirvieron para nada.

La responsabilidad de Rajoy

Los responsables de esta situación son los actuales dirigentes del PP vasco, pero no los únicos. Por encima de ellos hay una dirección del partido a nivel nacional, con Rajoy a la cabeza, que han consentido durante estos años esta deriva.

Como en política no hay nada casual, habrá que buscar alguna razón para entender o explicar la debilidad ideológica y electoral que tiene el PP en las dos Comunidades Autónomas donde el nacionalismo separatista es mas fuerte y gobierna: Cataluña y el País Vasco. Y habrá que preguntarse si esta situación incomoda y preocupa poco, mucho o nada a Mariano Rajoy. Tengo para mi, que mas bien poco. Si de Rajoy, de Soraya y de Arriola dependiera, preferirían entenderse directamente con CIU y PNV, por lo que les sobraría el PP en esas Comunidades. Pero hay un pequeño detalle: los nacionalistas vascos y catalanes siempre han visto y verán a la derecha que gobierna en Madrid como un mal menor al que como mucho hay que soportar durante un tiempo. Ellos prefieren entenderse con el PSOE y el PSOE con ellos. ¿Es tan difícil de entender esto por parte del actual inquilino de la Moncloa?, ¿o es que es mas cómodo no enterarse?

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