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Cayetano González

Casado y el PP vasco

En diecinueve años, el PP ha perdido en el País Vasco 2 de cada 3 votantes.

En diecinueve años, el PP ha perdido en el País Vasco 2 de cada 3 votantes.
El presidente del PP, Pablo Casado, junto al presidente del PP en Euskadi, Alfonso Alonso | Igor Martín (Europa Press)

Durante muchos años, el PP del País Vasco fue un referente moral, ético y político para muchos españoles, votaran o no a ese partido. Eran los años en los que ETA cazaba como a conejos a los concejales populares, y no sólo en el País Vasco, también en otras partes de España. El objetivo de la banda terrorista era aniquilar literalmente a ese partido, como a finales de la década de los 70 y comienzos de los 80 había intentado con la UCD.

En el caso del PP, la resistencia heroica de sus militantes y cargos públicos en el País Vasco, así como una política firme, coherente, sin fisuras, desde el Gobierno de la Nación a partir de 1996 en todo lo referente a la lucha antiterrorista, impidió que ETA consiguiera su objetivo. Fueron los años en que Jaime Mayor Oreja (1990-1996), Carlos Iturgaiz (1996-2004) y María San Gil (2004-2008) presidieron el PP vasco.

En 2008 llegó el infausto Congreso de Valencia, tras perder Rajoy las elecciones con Zapatero. Tres semanas antes de dicho Congreso, Rajoy, con la inestimable ayuda de José María Lasalle, Alicia Sánchez Camacho y José Manuel Soria, consiguió que María San Gil, encargada de la elaboración de la ponencia política, decidiera irse a su casa. Ahí empezaron todos los males del PP vasco.

Una segunda línea de dirigentes –Antonio Basagoiti, Alfonso Alonso, Iñaki Oyarzábal, Borja Sémper, Arancha Quiroga, Leopoldo Barreda, Antón Damborenea, Javier Maroto–, que habían crecido a la sombra de Mayor Oreja, Iturgaiz y San Gil, se hicieron con las riendas del partido. Fueron tiempos en que esos dirigentes hablaban del PP "pop", del PP "guay", decían que había que sacar al PP de las catacumbas en que se había recluido por el terrorismo de ETA. Y lo que sucedió a partir de entonces es que quienes abandonaron el PP vasco fueron sus electores, que en buena parte se pasaron al PNV.

Baste un simple dato electoral para ilustrar el balance de quienes han dirigido el PP vasco desde 2008. En las elecciones generales de marzo de 2000 –en las que Aznar consiguió una holgada mayoría absoluta–, el PP obtuvo en el País Vasco 323.235 votos (28,26%), lo que le dio 7 diputados en el Congreso (3 por Vizcaya, 2 por Guipúzcoa y 2 por Álava). En esas mismas elecciones el PNV obtuvo 347.417 votos (30,38%) y otros 7 diputados. En las generales del pasado mes de abril, el PP sacó en el País Vasco 95.041 votos (7,45%) y 0 diputados. El PNV obtuvo 395.884 votos (31,01%) y 6 diputados. Es decir, en diecinueve años, el PP ha perdido en el País Vasco 2 de cada 3 votantes, quedándose sin representación parlamentaria.

Por eso se entiende muy mal que los responsables de ese desastre; los que han llevado al PP vasco a la irrelevancia política y social; los que han dilapidado el caudal de prestigio moral del que gozaba ese partido en toda España, pretendan ahora, como si no hubiera pasado nada, seguir en el machito, reivindicando un perfil propio sobre la base de los derechos forales. Y si alguien como Cayetana Álvarez de Toledo se atreve a cuestionar esa estrategia, es descalificada de forma zafia por esos mismos responsables.

Peor se entiende que el actual presidente del PP no aprovechara su asistencia a la convención de su partido en Vitoria para poner el acento en la necesidad de fortalecer la idea y el proyecto de España en el País Vasco, frente al nacionalismo identitario del PNV, frente a los herederos de ETA o incluso frente a un Partido Socialista que se encuentra más cómodo gobernando en Vitoria con el PNV y en Navarra buscando y necesitando el apoyo de Bildu.

Una de las frases más aplaudidas de Casado fue: "Yo soy también del PP vasco. Si no fuera por vosotros, no estaría en política ni sería presidente". ¿Cree Casado que su partido en el País Vasco es actualmente el mismo que conoció cuando era un joven militante de Nuevas Generaciones? Querer quedar bien con todos, o mezclar churras con merinas, no es un buen camino si de verdad se quiere ejercer liderazgo.

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