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Cayetano González

Aznar debe hacer algo más que diagnósticos

La pregunta que cabe hacerle a Aznar es: aparte del diagnóstico, ¿va a hacer algo más? ¿Puede hacerlo? ¿Quiere hacerlo?

La pregunta que cabe hacerle a Aznar es: aparte del diagnóstico, ¿va a hacer algo más? ¿Puede hacerlo? ¿Quiere hacerlo?

Hace doce años, en el último día del mes de agosto de 2003, Aznar hizo pública su decisión de que Mariano Rajoy Brey fuera su sucesor al frente del PP y como candidato a la Presidencia del Gobierno. Los otros dos candidatos, Rodrigo Rato y Jaime Mayor, aceptaron esa decisión y no pusieron ningún palo en la rueda del elegido. Luego, los hechos son conocidos: el atentado del 11-M de 2004, la derrota del PP en las elecciones generales que se celebraron tres días más tarde, otra nueva derrota en 2008 y la victoria en las generales de 2011 por mayoría absoluta, no tanto por méritos propios de Rajoy sino, más bien, porque una mayoría de españoles estaba hasta el gorro de ese nefasto gobernante que fue Zapatero, que hizo tanto daño a nuestra nación, concepto que para él era "discutido y discutible".

Doce años más tarde, al día siguiente de las elecciones plebiscitarias de Cataluña de este domingo, Aznar ha puesto por escrito y hecho público un mensaje letal dirigido fundamentalmente a quien designó como sucesor:

Para el PP es el peor escenario posible. Tu rival de la izquierda queda fortalecido, tu espacio queda mermado, los secesionistas van a continuar el proceso. Tu posición está seriamente comprometida.

El divorcio de Aznar con Rajoy y viceversa es ya antiguo. No pasó mucho tiempo sin que el primero se diera cuenta de que su decisión al elegir sucesor había sido la peor de las posibles. Al principio verbalizó esa crítica en círculos privados, pero con el paso del tiempo, de las derrotas electorales y de la pérdida del ADN del partido que refundó en el Congreso de Sevilla de 1990, esa crítica la empezó a formular de manera pública.

A finales del pasado mes de junio, tras el fiasco del PP en las elecciones autonómicas y municipales, Aznar decía en una larga entrevista en ABC cosas como las siguientes:

Muchos electores se preguntan qué es el PP. ¿Es un partido en favor de la vida que puede coexistir con ciertos supuestos excepcionales del aborto o se ha convertido en un partido a favor del aborto? ¿Es el PP el partido que ilegalizó a Batasuna o tolera que esté en las instituciones? ¿Es el PP el partido que garantiza la unidad de España y no hay duda de ello o se inhibe en cuestiones básicas que acreditan esa unidad histórica? ¿El PP tiene unas visiones económicas muy claras en torno a clases medias, aparatos productivos, fiscalidad o presume de haber subido mucho la presión fiscal y actuar en detrimento de las clases medias?

Por su parte, el actual presidente del Gobierno y del PP siempre tuvo como una especie de complejo por haber sido designado personalmente por Aznar, y en cuanto pudo se fue librando de todo lo que oliera a aznarismo; de todo menos de sí mismo y, por supuesto, de Javier Arenas Bocanegra, que ahí sigue, después de haber empezado en política hace treinta y siete años en las juventudes democristianas del PDP. Ese complejo también ha llevado a Rajoy a presumir que se ha visto más veces en La Moncloa con otros expresidentes como González o Zapatero que con quien fue su jefe y mentor.

Pero la situación Aznar versus Rajoy ha llegado a un punto en que no da más de sí. Los diagnósticos que hace el primero sobre la situación de España en general y de su partido en particular son letales, están cargados de razón, de argumentos y, desde luego, conectan mucho más con la base electoral del PP que las intervenciones melifluas y vacías de contenido, de garra y de liderazgo político del actual inquilino de La Moncloa.

La pregunta que cabe hacerle a Aznar es: aparte del diagnóstico, ¿va a hacer algo más? ¿Puede hacerlo? ¿Quiere hacerlo? Personalmente, no tengo respuestas para estos interrogantes, y me temo que el interpelado, al menos de momento, no va a despejarlos. Lo que parece claro es que el seguir haciendo sólo diagnósticos es insuficiente, fundamentalmente porque parece igual de claro que Rajoy no le hace ningún caso. Por eso, si el que fuera el artífice de la refundación del centro-derecha en España quiere, y no hay motivos para pensar lo contrario, que su partido recupere el rumbo perdido y seguir siendo el referente para una parte importante de la sociedad española, tendría que plantearse hacer algo más.

El horizonte electoral del PP es muy preocupante para sus intereses, y esa preocupación ha aumentado tras la debacle en Cataluña de este domingo. Como recuerda Aznar, es el cuarto aviso que dan al PP sus electores, después del recibido en las europeas de 2014, en las andaluzas de marzo de este año y en las municipales y autonómicas de mayo. ¿Qué le lleva a pensar a Rajoy que no puede haber un quinto aviso en las generales de diciembre? ¿Acaso confía en que funcione el llamado voto del miedo ante la posible alianza PSOE-Podemos? Pues para ese supuesto, también vale la reflexión de Aznar en la citada entrevista de ABC:

El mensaje de "nos vais a votar porque no tenéis más remedio" es inaceptable. Mucha gente no está dispuesta a que su voto se considere cautivo.

La cuestión no parece tan difícil de entender.

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