El todavía presidente del Gobierno se ha explicado este martes ante la Junta Directiva del PP –un montón de gente, oiga– en uno de esos actos concebidos a mayor gloria del supremo líder a los que nos tienen acostumbrados los muy democráticos partidos políticos españoles.
Rajoy ha abundado en su visión de la situación política, que básicamente consiste en una negación absoluta de la realidad, insistiendo en ese gran pacto entre PP, PSOE y Ciudadanos que según él es la mejor alternativa para España.
Pero por mucho que insista en las bondades de la gran coalición, que sin duda las hay, y no pocas, Rajoy miente cuando ofrece esa fórmula con él mismo como presidente, porque no hay peor mentira que ocultar un elemento esencial de la verdad: que él es el obstáculo insalvable para dicho acuerdo.
Eso lo sabe Rajoy –supongo, no se puede ser tan necio–, lo sé yo, lo sabe usted querido lector y, sobre todo, lo saben los trescientos altos cargos populares que se partían las manos aplaudiendo las mentiras de su supremo líder.
Trescientos, que miren ustedes qué número de resonancias tan heroicas, que son una excelente representación de un partido que el propio Rajoy ha ido minando, trufándolo de fieles cuyo mayor y casi único mérito era, precisamente, deberle todo o casi todo al propio presidente, todavía, del partido y el Gobierno.
Lo mismo ocurre con los 120 diputados que conformarán el Grupo Parlamentario del PP en las Cortes desde este miércoles. Es probable que el proceso de selección –por llamarlo de alguna forma– aún haya sido más brutal, el control de las listas fue exhaustivo: todos están ahí, y lo saben, gracias a que el divino dedo se ha posado sobre ellos.
Pues ha llegado la hora de la traición: cada uno de los populares que debe su cargo a Rajoy deberían traicionarle, porque los que no lo hagan están traicionando a España y, qué quieren, entre una cosa y otra la decisión me parece bastante obvia.
Es así y no hay camino entre medias: Rajoy ha demostrado que está decidido a hundir a su partido y, lo que es mucho peor, a su país, y lo hará si nadie se lo impide: boicoteará cualquier posibilidad de acuerdo, nos llevará a unas elecciones convencido de que se acercará a la mayoría absoluta a costa de Ciudadanos y volverá a fracasar, probablemente dejándonos en manos de Podemos y de un PSOE aún más disminuido.
Sólo el PP puede impedir que el "genial manejo de los tiempos" de Rajoy les lleve a ellos y a todos nosotros no ya al borde del precipicio, sino al fondo mismo del barranco.
Tenéis que traicionarle, echadlo, ya sea para un pacto o para ir a las elecciones. Hacedlo ya… o estaréis traicionando todo lo demás.