Un estudio independiente ha demostrado lo que muchos ya sabíamos: que los hospitales públicos madrileños, con sus muchas virtudes y también con algunos defectos, están entre los mejores de España.
Y no lo ha dicho el polémico consejero de Sanidad, que por cierto hubiera sido casi lo único sensato que habría salido de su boca en los últimos meses: es la opinión de unos 2.400 expertos que han evaluado un montón de parámetros de cada hospital. Es decir, que no es una voz interesada o partidista sino todo lo contrario.
La cosa contrasta, y no poco, con la campaña que lo peor de la izquierda lleva años desarrollando contra la sanidad en la Comunidad de Madrid, una campaña en la que es habitual escuchar mentiras sobre la "privatización", el "desmantelamiento" de los servicios públicos, la gente desatendida a las puertas de los hospitales o enfermos que van a tener que pagar para ser curados. Nada de eso ha ocurrido.
Lo que sí hemos visto han sido huelgas salvajes con miles de enfermos que se quedaban sin ser atendidos o, peor aún, sin ser operados, manifestaciones con más o menos gente, demandas judiciales y, sobre todo, mentiras, muchas mentiras destinadas a engañar y atemorizar a unos ciudadanos que necesitan tener la seguridad de que si se ponen enfermos serán bien tratados en un hospital y no tendrán que pagar más… aparte de los muchísimos impuestos que ya pagan.
Ciudadanos a los que, en cambio, se la refanfinfla que el médico o el enfermero que les atienden sean o no funcionarios, lo que les importa es que hagan su trabajo y que, por ejemplo, no se vayan todos los traumatólogos de guardia juntos a tomar café, como me ocurrió en una ocasión.
"La Sanidad no se vende, se defiende" era el lema de casi todas estas movilizaciones y que todavía se puede ver colgado en algunos centros de salud –a veces escrito en una sábana que hemos pagado entre todos–; pero no defendían una Sanidad que, como puede verse, se defiende sola.
Lo que hacían, lo que siguen haciendo, es saquearla: tratar de mantener un sistema de privilegios en el que a poco esfuerzo corresponda mucho ingreso; tratar de mantener un gasto completamente descontrolado a costa del pobre contribuyente; seguir viviendo en un entorno en el que lo importante no es el enfermo sino los presuntos derechos de unos pocos que se han creído que por llevar una bata blanca o ser sindicalistas pueden decidir cómo vamos al médico, qué debemos exigirle y cuanto y cómo tenemos que pagarle.
Que cambien de lema, el correcto para ellos es éste: "La Sanidad no se defiende, se saquea".