Menú

Prisioneros maltratados: los osarios de Sadam Husein no se cavaron ante las cámaras de la CBS

Vejaciones, abusos y maltratos físicos a prisioneros de guerra son una conducta inaceptable en el Ejército de un país civilizado. Y, precisamente porque son impropias de una sociedad sujeta al imperio de la Ley, esas conductas no son la norma, sino la excepción. Cuando se dan, se investigan y se aclaran, y sus culpables responden por ellas. Es la pequeña diferencia entre una democracia y una tiranía, entre un Ejército civilizado y un comando terrorista, entre Occidente y el fanatismo. Hay otra diferencia, igualmente discreta, pero no menos esencial: sólo un Estado democrático acepta exponerse a la denuncia de los suyos, por eso CBS puede –y debe, ¿siempre?– difundir lo que sabe sobre tratos ilegales e inhumanos a prisioneros de guerra iraquíes. Los osarios cavados por el genocida Sadam Husein están llenos de víctimas que jamás salieron en ningún noticiario. La respuesta de la izquierda política y mediática europea –y no digamos, la española– a los casos conocidos –conocidos gracias a la cadena de televisión norteamericana, no gracias a Al Jazzira, que sólo muestra los asesinatos de occidentales cuando son lo bastante humillante para estos– es tan traicionera como de costumbre. Se reduce a culpar a los EEUU de una guerra ilegal, inmoral e ilegítima, como si en una guerra tutelada por la ONU no pudiesen darse casos de militares corruptos y sádicos que abusan de su posición. Es la clase de respuesta que desean escuchar los terroristas; la clase de mentira que les ayuda a mantener la moral alta. La peor guerra, la más abyecta, no se libra en Oriente Próximo, sino aquí, en la retaguardia.

Temas

Herramientas

0
comentarios