La respiración a través de los conductos nasales representa la ventilación fisiológica y normal, en condiciones de reposo en los humanos, y supone un mecanismo esencial de defensa de la vía aérea superior contra la potencial agresión ambiental.
Todo el aparato respiratorio desde la nariz hasta su zona más periférica representa un sistema de intercambio y de contacto, entre el medio ambiente y el medio interno humano. El oxígeno es transportado hasta la sangre para permitir la correcta oxigenación de nuestras células y la expulsión hacia el exterior del dióxido de carbono (CO2), compuesto residual gaseoso, potencialmente tóxico, de la respiración celular.
El volumen total de aire inspirado por un adulto, en función de la intensidad de actividad física desplegada, puede superar diariamente los 10.000 litros, que penetran y circulan a través de la vía aérea superior e inferior y por tanto suponen una exposición constante para el aparato respiratorio, a numerosos compuestos potencialmente inhalables como microorganismos bacterianos, partículas de naturaleza orgánica, especialmente en individuos atópicos o alérgicos, e inorgánicas directamente relacionadas con la calidad del aire ambiental, sin olvidar diferentes compuestos gaseosos volátiles directamente relacionados con los niveles de contaminación, principalmente en grandes núcleos urbanos y todos capaces de irritar y lesionar la integridad funcional del sistema respiratorio.
Determinadas circunstancias medioambientales suponen una situación de riesgo potencial para el aparato respiratorio. Circunstancias, en parte relacionadas con los cambios estacionales, como los pólenes durante el periodo primaveral y los hongos con la mayor humedad del otoño; y también con estrecha relación con periodos de alta contaminación urbana, producida por periodos prolongados de estabilidad anticiclónica con escaso viento que dificultan la limpieza ambiental de numerosos contaminantes generados por la combustión de carbón en sistemas de calefacción, representados por diferentes partículas en suspensión, y derivados de la combustión de derivados del petróleo en la circulación rodada , principalmente gaseosos, como el dióxido de azufre y nitrógeno y el ozono.
En esta situación de riesgo potencial, el aparato respiratorio, y a través de una correcta ventilación nasal, es capaz de defenderse con la filtración, el calentamiento y la humectación de la cantidad de aire inspirado hasta vapor de agua, en el corto trayecto existente entre los orificios nasales y las cuerdas vocales, punto de entrada de la vía aérea inferior.
La pérdida de la ventilación nasal, por la realizada a través de la boca, es frecuente tanto en individuos con diferente patología respiratoria ya establecida, como también en personas normales, en las que por variadas causas, anulan el automatismo fisiológico de respirar a través de la nariz. Esta alteración funcional supone una de las causas fundamentales de irritación, congestión e inflamación de la mucosa faríngea. Es causa, además de muchos cuadros de tos crónica de carácter irritativo, acompañando o no a otras causas de tos y aumento de la secreción traqueobronquial asociada a otras patologías broncopulmonares relacionadas con el hábito tabáquico.
Cualquier defecto estructural mecánico de la vía aérea superior, influye directa e inmediatamente con el cambio automático, y muchas veces sin conciencia de ello por el propio paciente, a la respiración bucal y a su impacto extraordinariamente negativo para la integridad de la mucosa faríngea de la columna de aire inspirada, sin la preparación suficiente para su viaje hasta la zona más periférica de intercambio de oxigeno del aparato respiratorio.
Ser conscientes y conocer la importancia de una correcta ventilación a través de la nariz en condiciones de reposo, permite restablecer el automatismo y facilitar el entrenamiento de la respiración nasal. El hábito rutinario de una correcta higiene nasofaríngea con el lavado nasal, al igual que ocurre con la limpieza bucodental, representa una importantísima medida preventiva, para mantener la integridad funcional del sistema respiratorio.