"No le quedaba otra". Con este quiebro fatalista, el comentarista de Canal + Guatavo López justificó la violenta entrada del colombiano Jeison Murillo contra Gareth Bale en el partido Real Madrid-Granada.
Si no vieron el partido, o nunca se han cuestionado el lenguaje belicista de los comentaristas deportivos, les refresco el encontronazo. Corría el minuto 8 de la primera parte cuando, en una disputa del balón, el jugador del Granada Murillo frenó la escapada del delantero madridista con una brutal patada en los mismísimos genitales. Buscó el bulto sin miramiento alguno, le dio allí como le podía haber arreado en cualquier otra parte sensible sin reparar en las consecuencias, la cuestión era frenarle como fuere. El impacto duele hasta al espectador, aunque no fue la entrepierna sino la entrada desmedida lo que dio la sensación de brutalidad.
Ante acciones como esa, el espectador espera de los árbitros castigos severos y de los comentaristas, descalificaciones rotundas. Pero no, el comentarista soltó con aplomo: "No le quedaba otra".
¿Cómo que no le quedaba otra? ¿Acaso no le quedaba perseguir la estela del rival que le ganó la partida para deleite de quienes disfrutamos del buen fútbol? ¿Tampoco le quedaba otra al comentarista que la de justificar el juego sucio?
Es inevitable que la pasión por ganar vulcanice la adrenalina de los jugadores hasta confundir los pies con pezuñas, pero una cosa es el instinto depredador excitado por la disputa y otra muy distinta la del comentarista que debiera enseñar a respetar las reglas y censurar el juego sucio. Y cuando además de sucio es violento o peligroso, lo debería censurar sin contemplaciones. Ni faltas tácticas ni regates al reglamento, estas justificaciones solo van contra el fútbol hermoso y el trabajo honesto.
¿Por qué hay tantos periodistas como el exjugador Gustavo López que confunden las tareas de un entrenador broncas con su exquisito trabajo de hilvanar palabras? ¿Para qué sirve que nuestros niños y adolescentes aprendan de sus profesores de educación física juego limpio (fair play), si en la tele los entendidos del fútbol les enseñan a cazar sin reglamento a quienes más y mejor dignifican el fútbol? Nos quejamos de la corrupción en la política, de los tramposos en los negocios, sin darnos cuenta de que la mentalidad de una época se construye con detalles desde la adolescencia. Quien se acostumbra a saltarse las reglas en un patio de colegio puede acabar justificándose otras ventajas menos infantiles de mayor. Problema menor, dirán algunos. Es posible. Pero el alma honesta de una sociedad empieza a latir con detalles pequeños como éste.