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Antonio Robles

La Tierra es redonda, y España sin enterarse

Fue la gesta de unos navegantes increíbles y la gloria para una nación que durante los próximos dos siglos dominaría el mundo

Fue la gesta de unos navegantes increíbles y la gloria para una nación que durante los próximos dos siglos dominaría el mundo
Archivo General de Indias | David Alonso Rincón

Cuando en octubre del 1946 el cohete V2 de EEUU logró la primera foto en blanco y negro de la Tierra y, en 1968, el Apolo 8 captó la foto del siglo, vimos por primera vez desde el exterior nuestro maravilloso planeta azul, frágil, redondo y en movimiento alrededor de esa pequeña estrella que tenemos por hogar en los arrabales de la Vía Láctea.

El debate sobre si la Tierra era redonda o no se había zanjado 500 años antes con la vuelta al mundo llevada a cabo por Juan Sebastián Elcano y 17 supervivientes más de los 239 que partieron el año de 1519 con 5 naves desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), dirección Oeste, en busca de rutas alternativas al comercio de las especies. Sólo regresaría la Nao Victoria; hasta el capitán de la expedición, el portugués Fernando de Magallanes, había perdido la vida en la expedición junto a 221 hombres más.

Se había completado por primera vez la circunnavegación a muestro mundo. De las tres polémicas científico-religiosas más importantes sobre la naturaleza de la Tierra, su aspecto y forma, su lugar en el cosmos y su estatismo o movimiento, sólo esta última había quedado zanjada: la Tierra era redonda. La Corona de España había emprendido, financiado y logrado la proeza científica.

Comprender que la Tierra era redonda, que se movía y que no era el centro del mundo fue tarea de milenios. De hecho, tuvimos que esperar a Copérnico en el S.XVI con la publicación de De Revolutionibus Orbium Coelestium en 1543, para certificar que la Tierra no era el centro del Mundo, además de moverse alrededor del Sol, y no al revés. Todavía Galileo Galilei un siglo después fue condenado por la Iglesia por sostener que la Tierra se movía, a pesar de que ya en el S.III a.de C. Aristarco de Samos había sostenido que lo hacía. Sus contemporáneos tenían buenas razones para no tomar en consideración sus tesis. El sentido común les dictaba que, si la tierra se moviese, perdería a pájaros y nubes, y si lanzásemos una piedra al aire, caería detrás de nosotros a una distancia directamente proporcional a la velocidad de la Tierra. Aún no se había teorizado la Ley de Gravedad (1667) por Newton, que mantiene la atmósfera, y todo lo que contiene, atrapada por la fuerza gravitacional de la Tierra. Todavía en el S.XIII, en plena Edad Media, existían grabados de la Iglesia que consideraban plana a la Tierra.

La gesta de Magallanes, de origen portugués al servicio de la Corona de España muerto el segundo año de la expedición, y el navegante vasco Juan Sebastián Elcano que la finalizó, zanjaron científicamente una polémica que afectaba a los dogmas de la Iglesia, y abrían por primera vez el mundo a la globalización. Sin lugar a dudas fue un descubrimiento mucho más importante para el destino de aquellas generaciones que la llegada del hombre a la Luna para las nuestras, y un impulso decisivo al comercio internacional. Fue la gesta de unos navegantes increíbles y la gloria para una nación que durante los próximos dos siglos dominaría el mundo; pero antes que ninguna otra cosa, fue uno de los avances científicos más impresionantes de la historia de la humanidad. Y sin embargo…

Y sin embargo, estos políticos chusqueros que nos dirigen hoy, estos analfabetos integrales que despellejan los destinos de España al tun tun y sin mayor provecho, son incapaces de apreciar el logro científico y conmemorar la gesta con la grandeza debida.

Vergüenza de gobiernos, vergüenza de universidad española, vergüenza de intelectuales y medios, más preocupados por el abrevadero orgánico del poder que por marcar el pulso ilustrado de una nación. Y doble vergüenza de un Jefe de Estado que en esta ocasión no ha sabido estar a la altura, a pesar de ser absolutamente previsible que este atajo de políticos indocumentados estaría ocupado en sus majaderías de cada día y despreocupados de los logros culturales de generaciones de españoles, que no sólo fueron guerreros temibles e inquisidores como describe la leyenda negra.

A salvo de la crítica quedan los actos, viajes y esfuerzos por recordar y conmemorar el V Centenario, el buque escuela Juan Sebastián Elcano, y los 140 voluntarios de la asociación Agnyee, que emularán la gesta.

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