Este miércoles, en el pleno del Parlamento de Cataluña se produjeron hechos impropios de una democracia, y algún otro trivial digno de mención. La coz de su presidente a la separación de poderes llevando a votación parlamentaria facultades que sólo pertenecen al Poder Judicial, fue propia de regímenes totalitarios. Querer enmendar la plana a un Juez desde el Poder Legislativo para sacar a delincuentes políticos de la trena, tiene guasa. Y todo porque Torrent cree que "Ningún juez puede cesar al president de la Generalitat". La intención no desentona un ápice de "El Estado soy yo" de Luis XIV o de "El Caudillo sólo responde ante Dios y ante la historia" de Falange Española.
No les cansaré con esos y otros atropellos dignos de lo peor de la historia, ni siquiera con el informe de ese infame Sindic de Greuges del procés, Rafael Ribó, que ayer logró ser más vomitivo que de costumbre.
Por el contrario, les traeré un hecho de poca monta, desapercibido seguramente por la mayoría, pero digno de mención, y en buena medida, causa del sectarismo en la política. El hecho en sí vino precedido por una intervención colosal del diputado del PPC, Alejandro Fernández. De hecho, antes de proseguir con la lectura del artículo les ruego encarecidamente que escuchen esos cinco minutos antológicos que resumen el abuso del niño consentido y maltratador que arrastra el catalanismo en su ADN. Sin su visionado el artículo pierde su sentido.
Si lo han visionado, reparen en esos dos segundos de profundo silencio que siguieron a la intervención parlamentaria y los aplausos de complicidad de Cs después. Es estremecedor el silencio primero, como significativo los aplausos posteriores. Sergio Sanz, diputado de Cs, tuvo el coraje de iniciar unos titubeantes aplausos en mitad del silencio. Mientras, el parlamentario del PP que bajaba del estrado perplejo por la situación, invitó divertido a todo el grupo de Cs a sumarse a la aprobación: "No os cortéis, si os lo pide el cuerpo…" Todos miraron hacia Inés Arrimadas esperando aprobación, y finalmente llegó el aplauso renuente, pero aplauso colectivo, al fin y al cabo. Un detalle elegante, pero sobre todo necesario.
Por raro que parezca, nuestros grupos parlamentarios no se guían por los aciertos de las intervenciones, sino por la pertenencia a la tribu. Al enemigo ni agua, parece ser el eslogan de nuestros políticos; sin reparar, que, si no nos regimos por las mejores ideas y las propuestas más dignas y eficaces, ¿para qué su exposición? Con votar por internet en manada, habría suficiente.
¿Cómo es posible que los nacionalistas sumen esfuerzos casi siempre, y los constitucionalistas, nunca? La CUP, y En Comú Podem de Doménech y Colau ni siquiera guardan las apariencias. Si la cuestión obliga a elegir entre cumplir la legalidad o apoyar al independentismo, esta izquierda radical lo tiene claro, el 3%. Unos anticapitalistas muy raros, pero coherentes, antes que nada, son nacionalistas.
Este gesto de complicidad de Cs, debe resaltarse, y más, cuando Cs no se ha caracterizado por su generosidad a la hora de reconocer los méritos ajenos, incluso, de los propios compañeros que dejaron de serlo. Es el caso de los ex diputados Pepe Domingo y el que escribe que dejaron el partido en 2009, y a partir de ese momento fueron borrados por completo de la historia de Cs. Lo que hasta ese momento había sido reconocimiento y entusiasmo por las ideas defendidas en sede parlamentaria o publicadas en prensa pasaron a ser desdeñadas, incluso excluidas. ¿Las ideas son buenas por sí mismas o por la pertenencia a la tribu?
Siempre me pareció mezquino borrar cualquier huella de esos dos diputados en los vídeos conmemorativos de la propia historia del partido. Un comportamiento muy extendido en la historia: Ramsés II robó a sus predecesores los sellos de sus estatuas y monumentos, Stalin borró las imágenes de León Trotski y de cuanto enemigo le torció el ceño, y el nacionalismo es, a costa de excluir. Pero ayer los naranjas se redimieron. A ver si cunde. En Cs y en el resto.
P.D. Es una lástima que Canal Parlament haya amputado ese detalle de Cs. Cortaron la intervención nada más terminar. Nos quedamos sin aplausos incluso cuando se dan.