Reparen en este dato: 253 diputados frente a 97. Las cuentas están inspiradas en quienes defienden la unidad de España y quienes abogan por un referéndum para cuestionarla, o directamente para romperla. Y sin embargo, y a pesar de la diferencia apabullante, la sensación de derrota nacional, el miedo al abismo populista y el temor a la ruptura de España se han apoderado del alma de toda la nación.
Yo mismo, en la noche electoral, escribía en el muro de mi Facebook que los resultados eran el peor escenario de todos los posibles. Un pacto del PSOE con Podemos, más todos los ripios nacionalistas (la combinación de populismo y odio a España), serían un paso hacia el abismo. Posiblemente irreversible. Y sin embargo los números no lo avalan.
La pregunta es: ¿por qué se ha instalado en el pueblo español el miedo a populistas y nacionalistas cuando tienen menos votos, y le tranquiliza poco o nada la mayoría obtenida por las opciones partidarias de una España unida?
La respuesta hemos de buscarla en la extensión a toda España del síndrome de Cataluña. Todos pendientes de los nacionalistas, como si no hubiera otra cosa mejor de qué preocuparnos. Y de caer en todas su artimañas. El PSOE, en el federalismo asimétrico, conjuro para buscar un mejor encaje con España. ¡Qué plastas con el encaje, la desconexión y el derecho a decidir! En él ha caído Pablo Iglesias con ese aire redentor, dando lecciones democráticas con soluciones antidemocráticas. Desde Zamora, hoy mismo, se ha atrevido a vanagloriarse de que así se gana a Artur Mas, poniendo como modelo a Ada Colau. ¿Así? ¿Confundiéndose con su paisaje? ¿Cediendo a sus aspiraciones secesionistas? Así cualquiera, Pablo, chico listo, cediendo a sentimientos, amañando la razón, despreciando los hechos. Simbiosis perfecta entre populismo y nacionalismo. A otro perro con ese hueso.
La realidad es esta: 253 (PP + PSOE + C's) frente a 97 (Podemos más el resto de partidos secesionistas, incluyendo a los indecisos). ¿Por qué hemos de vivir instalados en el temor, si la mayoría es aplastante? ¿No quieren democracia? Apliquémosla con todas sus consecuencias.
El PSOE y Pedro Sánchez han de sacudirse de encima el complejo franquista que les lleva a rechazar cualquier pacto con el PP y a aceptar cualquiera con los enemigos de España. Pedro Sánchez no tiene derecho a anteponer su liderazgo en el PSOE y su carrera política al bien común de los españoles.
El PSOE ha de reaccionar, un pacto con Podemos y demás fauna ibérica, no sólo no solucionará la ambición personal de Pedro Sánchez, sino que hundirá al PSOE como hundió al PSC el Pacto con ERC en Cataluña. No reescribiré lo que está razonado impecablemente por Francesc de Carrera en "Podemos como tentación". Obligada lectura para todos los dirigentes del PSOE en estas horas decisivas. En Cataluña ya lo hemos vivido, por eso se creó C's. Que aprenda de la actitud de Albert Rivera ofreciéndose sin contrapartidas a una coalición para abortar el desafío secesionista.
Si ante un desafío así, el líder del PSOE antepone su ambición personal al mandato de las urnas, habrán de ser otros líderes socialistas y sus militantes, quienes antepongan el bien común de los españoles, a la ruina de su partido y al egoísmo fatuo de un tipo que no ha logrado descifrar por qué se funda un partido y para qué sirve.
Vuelvo al principio. El peligro no es Podemos, que sólo tiene 68 escaños, ni el resto de nacionalistas y secesionistas, que son cuatro gatos, el peligro es la falta de patriotismo de un líder y de buena parte de un partido anclado en el cainismo de los años treinta.
PD. A Podemos y al resto de compañeros de viaje secesionistas les recomiendo la visión de este documental sobre el universo y nuestra condición humana en él: Cosmos: sin miedo a la obscuridad. Por si fuera de la política se aprecia la verdadera dimensión del hombre en el mundo.