La guerra ha comenzado. Conviene empezar a llamar a las cosas por su nombre. Hay guerras de pólvora y tanques, también carreras de armamento por la hegemonía militar que llamaron guerra fría; en Cataluña se libra una guerra de guerrillas basada en la pedagogía del odio para colonizar conciencias. Esperan pacientes a que la infección se extienda irreversible al cuerpo social entero. Esa sería la hora del asalto a las urnas sí o sí. Y si no, la calle, como con el Muro de Berlín. Hasta le han puesto la misma fecha: el 9 de noviembre.
Es ocioso dar datos, advertir del riesgo, sus responsables llevan 30 años abriendo trincheras y dos disparando entre la indiferencia y el hastío del resto de españoles. Hoy han decidido generalizar la infección a través de la inauguración de un congreso donde su nombre y ponencias afirman lo que teóricamente deberían investigar: España contra Cataluña, la apoteosis del expolio, y así. Son 300 años enmarcados entre dos fechas falsas: 1714 y 2014. La primera no fue el inicio de guerra alguna entre Cataluña y España, solo fue el conflicto entre españoles por la sucesión al trono y el concurso de potencias internacionales con intereses en él. La segunda ni siquiera se ha producido. Un relato entre dos delirios. Así llevamos 130 años de autocompasión a cuestas con una patria sentimental cuyos hechos están construidos de emociones.
Y mientras estos historiadores de la cosa nacional se liquidaban 2,7 millones de euros, tras ventanales medievales de cartón piedra, el presidente de la Generalidad acordaba con ERC, ICV-EUiA y CUP poner fecha y pregunta al referéndum por la secesión.
Cuentan los del lugar que ni siquiera fueron capaces de acordar una pregunta y largaron dos: "Quiere usted que Cataluña sea un Estado"; en el caso de responder afirmativamente, la segunda sería: "¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente?".
No se lo tomen a chunga, saben perfectamente lo que hacen, al menos algunos. En este clima de hegemonía moral del nacionalismo, ¿quién se opondrá a que Cataluña pueda ser un Estado si la pregunta de verdad es la segunda? Trileros y tramposos, son incapaces de llamar a las cosas por su nombre. A partir del reconocimiento, privilegios o independencia. De libro.
En su afán de rentabilizar el cacareo, los batasunos del grupo largaron en rueda de prensa ufanos que el fin de la consulta era buscar "el conflicto democrático con el Estado español". Como los niños, dejan en evidencia las intenciones ocultas de sus mayores.
Ahora irán al Parlamento. Quieren que les aticen, buscan el látigo, desean sufrir, evidenciar el desprecio de España para volver a Cataluña cargados de razones y subirse al balcón del Palacio de Generalidad. Viven de y en el masoquismo continuo.
Hasta aquí puede parecer cómico o trágico. Seguiría siendo un error que los tertulianos del reino siguieran con la misma condescendencia de siempre tratando el asunto de sainete. Puede que lo sea, pero su claque lo cree.
Espero que el Estado tome conciencia de la colonización mental que se está llevando a cabo a espaldas de la ley. Es hora que comience a inhabilitar a los responsables que día sí y día también incumplen leyes y sentencias. El rigor en propia carne enseña. Mañana puede que sea tarde.