La imaginativa novela de George Orwell 1984 revela los absurdos y humillaciones de un hipotético régimen totalitario del futuro. Su idea fundamental es la reforma caprichosa del léxico político. Por el ejemplo, el Ministerio de la Verdad se ocupa de urdir todo tipo de mentiras oficiales.
La ensoñación de Orwell la tenemos ya en la España actual. Su ley fundamental es la de la Memoria Histórica. Significa lo contrario de lo que parece. Se trata de ocultar de forma sistemática y desde el poder una parte de la historia contemporánea. En concreto, hay que convencer a la población de que la guerra civil la ganaron los republicanos. Se lleva ya mucho camino andado en esa dirección.
El Gobierno de Sánchez no puede legislar con soltura, pues le faltan muchos votos en el Congreso. Por eso gobierna a golpe de decreto. Uno de los últimos ha sido el deinstituir la Comisión de la Verdad como una mejora de la Ley de Memoria Histórica. Se trata de anular las sentencias de los tribunales del franquismo. (Por cierto, espero que me beneficie, pues un consejo de guerra me condenó en 1970 por injurias al Ejército. Menos mal que, advenida la democracia, me concedieron la Medalla Militar). Nada más orwelliano que una Comisión de la Verdad. Supongo que, puestos a ser justos, se podrían anular también algunas de las sentencias políticas de la República, sir ir más lejos, la que condenó a muerte a José Antonio Primo de Rivera.
Otra de las iniciativas es la de volver a redactar la Constitución con un "lenguaje inclusivo". El Gobierno se queja de que "tenemos una Constitución en masculino". El ejemplo no es muy feliz, pues la voz Constitución es femenina. Lo que se pretende es que el texto de la carta magna diga "españoles y españolas", "diputadas y diputados", etc. Ya puestos, no estaría mal que se hablara también de partidos y partidas.
Un avance muy notable en la revolución léxica es que ya tenemos constituido el colectivo (o colectiva) de Lesbianas, Homosexuales, Transexuales y Bisexuales. Ignoro por qué no se han añadido otros tipos como los Incestuosos, los Zoófilos o los Fetichistas. De momento lo que se ha conseguido es la exaltación de los homosexuales (antes se habrían llamado "gayos"). Tanto es así que se tipifica un nuevo delito: la homofobia (aunque literalmente significa "odio a los iguales"). Un dato llamativo de la Semana del Orgullo (Gayo, naturalmente). En el balcón principal de la Maternidad de la calle O'Donnell de Madrid figuraba ostentosamente la bandera multicolor de los homosexuales. Ya es atrevimiento asociar la maternidad con la homosexualidad.
La esencia de la utopía orwelliana es conseguir que las palabras con significación política alteren por completo su sentido. Por ejemplo, en Cataluña durante la última semana se ha dejado de llamar "presos políticos" a los procesados por los delitos de sedición, sublevación o golpe de Estado. (Elíjase lo que más convenga). Pues bien, la última etiqueta es la de rehenes. No se sabe muy bien quién es el que va a pedir un rescate por ellos.