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Amando de Miguel

La forma de decir las cosas

En EEUU las competencias de educación pública no suelen recaer en el estado federal, ni siquiera en cada uno de los estados miembros, sino en los municipios.

El vascoarmenio Gabriel Ter-Sakarian Arambarri asegura que ha inventado una regla para saber si hay que decir "de que" o "que" en algunas frases. Consiste en reemplazar la oración dudosa por "algo". Por ejemplo, “me alegro que vengas” o “me alegro de que vengas”. Implícitamente se piensa “me alegro algo”, no “me alegro de algo”. Por tanto hay que decir “me alegro que vengas”. Francamente, no entiendo bien la cosa. Espero que ( y no “espero de que”) don Gabriel nos lo explique mejor. Se abre la polémica sobre el dequeísmo. El Diccionario panhispánico de dudas no resuelve el enigma (página 214). Por ejemplo, dice que "me alegra de que seáis felices" es incorrecto. Pero a renglón seguido añade que "me alegra de que seáis felices" es la forma correcta. Me confundo.

J. J. Carballal no está de acuerdo conmigo en la forma "la mayoría de los españoles opinan" (A). Él sostiene que la otra forma, "la mayoría de los españoles opina" (B), es igualmente válida. Me convence. Realmente yo he empleado ambas formas en mis escritos, pero, después de muchos ensayos, me quedo con la A. Me suena que "la mayoría de los españoles" es un plural, son muchos. La concordancia lógica exige en ese caso el verbo en plural.

José Luis García-Valdecantos se topa con la voz concientizar, que se usa mucho en América por la hueste intelectual. En España preferimos concienciar. Personalmente no me gusta la operación que se expresa con esas dos palabras. Me suena a propaganda y adoctrinamiento autoritario eso de hacer que alguien sea consciente de algo.

Don José Luis señala esta evolución del politiqués en este ejemplo: 1) "Cumplir la ley". 2) "Cumplir la legalidad". 3) "Cumplir la legalidad vigente". 4) “Cumplir la legalidad vigente en nuestro país”. Añado que el proceso de alargamiento no ha terminado. Cabe pensar en “Cumplir la legalidad vigente en nuestro país de una vez por todas” (5). Todavía nos podemos imaginar un “Cumplir la legalidad vigente de una vez por todas de una manera contundente” (6). Ese proceso indica que muchas leyes no se cumplen. Aunque a veces dan tentaciones de añadir “por fortuna”. Ya se sabe, el régimen español de todos los tiempos es una oligarquía matizada por el general incumplimiento de las leyes.

Juan Díaz razona que el sistema autonómico (= regional) que nos hemos dado los españoles es un gastadero de dinero público. Su opinión es que habría que devolver muchas competencias "autonómicas" (= regionales) al Estado. Se me ocurre lo del cuentecillo del Quijote: "¡Tarde piache!". El problema no es de quién tiene las competencias públicas, sino de que los políticos y funcionarios sean honrados. En los Estados Unidos las competencias de educación pública no suelen recaer en el estado federal, ni siquiera en cada uno de los estados miembros, sino en los municipios. Y no se produce el pandemónium que tenemos en España. Desde luego no es probable que una escuela pública norteamericana prescinda de la bandera federal, aunque pueda ostentar otras.

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