Julio Iglesias de Ussel, un verdadero curioso pertinente, ha obtenido este dato de un examen en el Colegio Público Nacional García Lorca de Madrid. Se trata de una composición literaria en la que deben intervenir los siguientes elementos: 1) sexo, 2) monarquía, 3) religión, 4) misterio. El profesor recomienda brevedad y concisión. Uno de los alumnos entrega esta breve redacción: "¡Se follaron a la Reina! ¡Dios mío! ¿Quién habrá sido?". Supongo que el ingenioso alumno tendrá una beca asegurada para proseguir sus estudios universitarios. Hemos entrado en una época confusa en la que las malas palabras ya no son tabúes, sobre todo para los adolescentes, ellos y ellas. Mi mujer fue a comprar un abono para las plantas y el mozo de la floristería le recomendó el último producto de importación. Empleó esta frase: "Este producto es cojonudo, señora".
Me parece que hablaba yo aquí de lo defectuosa que es la expresión "tercer mundo". Jesús Juan López me aclara que quizá el segundo mundo era el comunista, que ya feneció, pero ha quedado lo de "tercer mundo". Mi interpretación es que es un término hábil para no mencionar a los países que no levantan cabeza. Hablando de lenguas comparadas, mi corresponsal apunta la sorpresa de que en rumano a la masa de harina la llaman "coca", como se dice también en Cataluña y en otras partes de España. Entiendo que la similitud no proviene del común origen latino del rumano y de los romances españoles. En latín tenemos cocus (= cocinero) y cocta (cocida). Pero creo que coca procede más bien de las lenguas germánicas e incluso puede que tenga un sentido onomatopéyico. Es un sonido infantil.
Don Jesús Juan me pide que le recomiende algunas expresiones de asentimiento cuando está hablando el interlocutor más allá del socorrido "vale". Hay un manojo de ellas: "claro", "es cierto", "tienes razón", "de acuerdo". Si la comunicación es cara a cara lo mejor es el gesto de atención.
Algunos libertarios me dicen que, en la entrevista que me hizo Gonzalo Altozano para Intereconomía, deslicé la especie de que en el Quijote los personajes no van a misa. Lo dije como ilustración de pasada de que la obligación de ir a misa no era tan estricta en el pasado como se suele creer. Esa apreciación vale, incluso, para la época de la influencia del Concilio de Trento. La crítica de esos libertarios es que en el Quijote sí se contienen algunos pasajes en los que se habla de ir a misa. Me ayuda Ángel Martínez de Lara a documentar lo que para mí era solo una impresión de pasada. Don Ángel se conoce el Quijote como nadie. Me corrobora que los personajes principales no van a misa en toda la obra. Ni siquiera el cura del lugar de la Mancha dice misa. De algunos personajes secundarios se relata la costumbre de ir a misa, pero, repito, no es una acción principal que se recoja en la obra. Lo que sí hay es procesiones.
Alberto Torrijos aporta su opinión en otro asunto controvertido: el cambio climático. Tal como se enuncia (como causado por el hombre) no se sostiene con datos. Añado que es un caso muy claro para demostrar un principio que aquí he recogido algunas veces. A saber, las mentiras tienen más aceptación social que las verdades. Comprendo que sea una generalización que irrite al personal, pero se puede certificar en muchas ocasiones.
Agustín Fuentes me corrige la expresión de que la tierra ha sorbido el agua de la lluvia después de meses de sequía. Su parecer es que estaría mejor lo de "absorbido". Tiene razón. La verdad es que cuesta reconocer un error, pero en este caso no tengo escapatoria. Es claro que hasta Homero sesteaba en ocasiones.