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Amando de Miguel

Grecia, a la calle

Grecia tiene que ser excluida de la Unión Europea. Lo de no pagar las deudas es lo de menos.

El referéndum plebiscitario de Grecia me parece irrelevante, más allá del interés periodístico que pueda tener. Este tipo de referendos son solo demagogia de los regímenes autoritarios. Grecia no tiene que salir del euro, como vaticinan algunos. Grecia tiene que ser excluida de la Unión Europea. Lo de no pagar las deudas es lo de menos. Simplemente, Grecia no es una democracia homologable a las que integran la Unión Europea, aunque cada una tenga sus más y sus menos. Evaporada la tradición de la Hélade clásica (uno de los hontanares de la cultura occidental), la Grecia actual es más bien un epígono de la cultura otomana. La paradoja es que los turcos son sus tradicionales enemigos.

La Grecia de los últimos siglos fue siempre una colonia, una especie de protectorado de los bizantinos, los turcos, los ingleses y ocasionalmente de los alemanes. No llegó nunca a ser un sistema plenamente democrático. En realidad, no debió haber entrado en la Unión Europea. Si lo hizo, a trancas y barrancas, fue porque Francia y Alemania, los dos grandes suministradores de armas del desorbitado Ejército griego, acumulaban fuertes intereses. Francia, además, proporcionó la defensa retórica de que Grecia había sido la cuna de la democracia en la época áurea de Pericles. A los franceses se les dan bien las grandes palabras.

No sé si será verdad el rumor que circula por los periódicos. El actual director del Banco Central Europeo, en su calidad de directivo de una gran empresa inversora, echó una mano en su día para maquillar las trampas contables de Grecia. Era necesario el enjuague estadístico para vestir el santo de la candidatura de Grecia a la Unión Europea. Si así fuera, se comprenden todavía mejor las vacilaciones de lo que fuera la troika.

Total, que, hagan lo que hagan ahora Francia y Alemania (los países que dirigen la UE), Grecia no va a pagar las deudas. La realidad es que Grecia se apuntó a las amenidades del Estado de Bienestar sin producir el dinero suficiente para sufragarlo. Resulta inevitable, además, que Grecia pase a la órbita de Rusia y China, una vez más como colonia o protectorado. Así pues, lo mejor es dejar las cosas claras: que el país heleno salga cuanto antes de la Unión Europea. De seguir en ella, la hecatombe económica nos va a alcanzar a todos los demás Estados miembros.

Cabe una solución in extremis para las tribulaciones de Grecia. Que termine de vender lo que queda del Partenón. Los alemanes lo restaurarían y lo cuidarían muy bien en sus museos berlineses, donde se guardan tantas piezas de las culturas antiguas. De otra forma me temo que el Partenón es ya un monumento deleznable. También se ha dicho que Grecia podría vender unas cuantas docenas de islas. Por lo menos haría caja para unos pocos años. Claro que queda lo más difícil: conseguir que los griegos trabajen como el resto de los europeos.

No dejo de considerar la última paradoja: las voces demagogia, euro, democracia, Europa, hecatombe, con las he tejido el texto anterior, son griegas.

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