Ciertos gerifaltes políticos desean pasar por condescendientes. Declaran enfáticamente que en la campaña electoral se van a gastar solo la mitad del presupuesto o incluso un porcentaje más reducido. Pamplinas. Se van a gastar hasta la hijuela. ¿Y si probaran a hacer la campaña con un coste cero, ahorrándose todo el presupuesto? Una decisión así sería bien recibida por el electorado. Los señores políticos recobrarían así parte del prestigio perdido. Bien fácil que es la solución que propongo.
Los electores nos hemos gastado cientos de millones de nuestros eurillos en la campaña anterior, que se ha extendido cuatro meses más de las elecciones de diciembre. No estamos dispuestos a dar ni un duro más. Bastantes millones se han chupado los partidos por no hacer nada durante los últimos cuatro meses.
¿Cómo se realiza una campaña electoral sin gastos? Muy sencillo. Nos sabemos ya de memoria la vida y milagros de los candidatos. Acabamos de votar, como quien dice, y no necesitamos mucha más información. ¿Cómo nos vamos a creer que los varios partidos van a ganar? ¿Por qué no nos dicen de antemano con quién van a pactar en el caso, muy probable, de que nadie gane por mayoría absoluta?
Dado que algo hay que hacer durante las largas semanas que quedan hasta la fecha de los comicios, se me ocurren algunas iniciativas. Por favor, apunten. Los líderes de los partidos pueden acudir a todo tipo de debates, tertulias y mesas más o menos redondas. Todo eso es gratis para ellos.
Los candidatos pueden multiplicar sus intervenciones a través de entrevistas en todos los medios. Tampoco tienen que pagar nada por ello. No hace falta organizar mítines, que son muy caros y no sirven para nada, aparte de para cultivar la vanidad de los oradores. Lo más inútil de todo es la fanfarria de banderolas y carteles. Ese despliegue puede ser ahora contraproducente para la imagen los retratados.
Lo más importante: no hay por qué enviar sobrecitos con las papeletas dentro. Resulta indigno que los votantes acudan al colegio con las papeletas que han recibido en casa. Es un procedimiento caro y de dudosa moralidad democrática. Debería ser obligatorio votar dentro de la cabina correspondiente, sin que se pudiera ver qué papeleta coge cada votante. Ese sí que es un gasto imprescindible, al igual que el bocadillo de los interventores. Por cierto, un homenaje a esos honrados ciudadanos.
Sería una estupenda ocasión para que los mandamases de los partidos dejaran de trabajar durante los fines de semana. Nada de reuniones, declaraciones, ni debates, fuera de alguna aparición esporádica y de urgencia. Esos días son para estar con la familia o los amigos. También podrían leer un poco, que buena falta les hace. Si así lo hicieran, ganarían mucha más estima por parte de los electores. En las intervenciones de los padres de la patria queda muy bien cuando dicen que han leído algo interesante.
Durante los días de entresemana, los candidatos que quisieran se podrían reunir en el Congreso de los Diputados o en las sedes de los partidos. No hace falta que acudan a hoteles y restaurantes para tal menester. Las reuniones deben convocarse con una hora precisa de empezarlas y de concluirlas.
En el caso de que algunos candidatos deseen contactar con los hipotéticos votantes, el viaje lo debe hacer pagándolo de su bolsillo, no con el presupuesto o el coche del partido. ¿Pero es que hay coches del partido? Elimíneselos. Ya hemos acordado que no hay presupuesto para esta especialísima campaña. Si los traslados les parecen caros a nuestros cándidos candidatos, utilicen las redes sociales, que son prácticamente gratuitas.
Solo si cumplen las condiciones dichas (y otras parecidas) se logrará mantener la disposición de los españoles a votar con ganas. Además, se podrá compensar un poco el lamentable fracaso que supone tener que repetir las elecciones.