Nuestro mundo es el de la continua representación de números, dígitos, cantidades, estadísticas. Que conste que la palabra estadística no proviene de Estado (organización política moderna) sino de los estados o formas de organizar y disponer los datos numéricos sobre el papel. Los restos más antiguos de escritura, sobre tabletas de barro cocido, en Mesopotamia, eran sobre todo compilaciones de datos sobre transacciones comerciales o con finalidad fiscal. Hoy como ayer, la propiedad esencial de los números es la precisión en las mediciones a las que se refieren. Una cantidad con sentido suele ser la condensación de una idea.
En la vida pública abundan las estadísticas económicas que señalan el grado de desarrollo o de bienestar de la sociedad o de algún segmento de ella. Su utilidad es considerable, pero hay veces en que resultan demasiado abstractas, arduas de entender por las gentes del común. Proceden de oscuras fórmulas (ahora dice "algoritmos") o solo son asequibles a los expertos. Hay veces en que acaban siendo engañosas o sirven fundamentalmente como instrumento de propaganda política. Es el típico ejemplo de los datos de empleo o de producción, poco válidos al no poder incluir el rubro desconocido de la economía sumergida. Otras veces los datos precisos solo interesan a una parte pequeña de la población; por ejemplo, las oscilaciones de la Bolsa. Asombra la continua información estadística con escasa trascendencia para la vida cotidiana del vecindario. Una ilustración extrema puede ser la reiterada cantinela de la radio señalando que la hora en que se emite el programa representa una hora menos en Canarias. Realmente hay en el mundo 24 husos o gajos, a los que se asigna una hora convencional. Todavía es más escrupulosa la obsesión por transmitir el minuto preciso en el que se produce el gol de un partido de fútbol. En definitiva, son innúmeros los números que nos señalan sucesos escasamente relevantes para el porvenir de la Humanidad.
Son abundantes los datos numéricos que se recogen o de organizan con toda meticulosidad pero que no se difunden de modo suficiente. Pondré algunos ejemplos para indicar lo útil que sería disponer de tales indicadores cuantitativos de modo más accesible.
Existe ya la estadística del agua embalsada en la red de pantanos, pero sería conveniente difundir esa información de forma continua y por cuencas. Es un dato tanto o más relevante que el de la temperatura o los "fenómenos costeros", que dicen los partes meteorológicos. Por cierto, suele ser esta la sección que más interesa en la radio o en la televisión.
Hace unos años se difundía muy bien la estadística sobre la prima de riesgo. Es un buen indicador para estimar el estado de la coyuntura económica de forma comparativa con la situación alemana. Eran los años en los que la economía española se mantenía por detrás de la italiana. Hoy ha mejorado mucho y se sitúa por delante de Italia. No entiendo por qué no se informa mejor sobre ese estratégico dato.
La información sobre el número de habitaciones ocupadas en los hoteles es muy precisa y se obtiene con toda facilidad. Es otro buen indicador de la coyuntura económica, y no digamos turística. Costaría poco difundir un dato tan relevante para todo el mundo.
Un dato desconocido, que se oculta cuidadosamente, es el del número de coches oficiales en todas las Administraciones. Sería del mayor interés que se conociera su alcance, evolución y coste.
Hay otra información relevante que se consigna con toda presión en los anuarios de los notarios. La unidad convencional es el número de folios notariales. No entiendo por qué no se difunde de forma sintética. Es otra forma de dar cuenta del desarrollo de la sociedad.
Se sabe el dato de las viviendas construidas, pero se mantiene para uso exclusivo de los expertos. Una vez más, convendría que divulgación con el máximo detalle regional y aun local.
Otro dato desconocido pero que sería de gran interés para conocimiento del público es el del importe recaudado por las multas y sanciones de todo tipo, no solo las de tráfico automóvil. Nos daría una buena idea del funcionamiento de la Administración en sus distintos niveles.
Como puede verse, la era estadística en la que creemos vivir se encuentra todavía en sus comienzos. Es una idea para los programas de los partidos políticos, en esta gran campaña electoral en la que nos encontramos inmersos.