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Amando de Miguel

En defensa de la polisemia

La polisemia, el que una palabra tenga varios significados, es la sal del idioma, la raíz del humor, la posibilidad de la Literatura.

La polisemia, el que una palabra tenga varios significados, es la sal del idioma, la raíz del humor, la posibilidad de la Literatura. Salvador Molina no está de acuerdo. Su propuesta es que las leyes y las sentencias judiciales deberían contener solo palabras con un solo sentido cada una. Además, esos textos "deberían ser revisados por los Académicos de la Lengua". Supongo que se refiere a los miembros de la Real Academia Española. Solo faltaba. La gracia del Derecho es precisamente que las palabras puedan tener varias interpretaciones. De lo contrario no necesitaríamos ni abogados ni jueces. Sería un desastre. Menos mal que es imposible y además no puede ser, como dijo el torero.

Jaime Lerner, desde Tel Aviv, está también a favor de la polisemia, "pues mal nos iría si llegáramos a un estadio en el que nuestro español alfabético pasara a ser un idioma ideográfico". No sé si los ideogramas egipcios también podían ser polisémicos. Un dibujo alusivo es ya una metáfora; por tanto supone polisemia.

Mi tesis de que la polisemia es la clave del humor está en el siguiente chat que ha rebuscado Juan A. Fernádez M. Dice él: "Hola, quiero conocerte mejor. Tengo 38 años, soy diputado desde hace 10 años y soy muy honesto". Ella: "Hola, encantada. Tengo 30 años, soy prostituta desde hace 12 años y soy virgen". Es decir, las mismas palabras pueden significar tantas cosas que con ellas se puede mentir. Sería inimaginable una sociedad en la que la gente no mintiera.

Ledón Zeldis Mandel (Israel) me envía algunos chilenismos para completar el vocabulario de palabras soeces: huevón o güebón, pendejo, pico, concha, chucha, maricón (en el sentido de persona que molesta). No recuerda haber oído lo de coño como equivalente de "persona española". Sin embargo, así figura en el Diccionario de regionalismos de la lengua española de P. Grosschmid y C. Echegoyen. Me lo han confirmado algunos chilenos, aunque puedo estar confundido. Me resulta verosímil, pues si una palabra distingue a un español es precisamente coño (la mayor parte de las veces sin ninguna alusión sexual). Realmente ha dejado de ser una palabra soez.

Jaime Cuart me felicita por mi cambio de opinión al aceptar ahora que evidencia no es lo mismo que prueba, como él me sugería hace algunos años. No soy muy consciente de haber cambiado de opinión sobre el particular, pero, si él lo dice, así será. De todas formas, tenemos perdida la partida. Los españoles semicultos dirán cada vez más evidencias por pruebas, por ejemplo, las de los tribunales de justicia. Puede mucho más la influencia de las películas y la tele que la lógica del idioma.

La clave de la polisemia está en las metáforas y los eufemismos. Gracias a esos recursos se facilita la convivencia pacífica (un pleonasmo) y, de paso, se enriquece el politiqués. A ver si no es un hallazgo lo de los "agentes sociales" para no tener que decir "empresarios y sindicatos". Claro que lo de los agentes sociales añade un matiz. Son los empresarios y sindicatos cuando reciben dinero del Gobierno y sobre todo cuando se ponen de acuerdo. Eso fue un invento del franquismo con sus "sindicatos verticales" (una antítesis). Lo mejor fue aquello de decir "productores" en lugar de "obreros". En el siglo XIX los productores eran los empresarios y comerciantes. Esa es la lengua viva. 

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