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Amando de Miguel

El ser y el deber ser de los políticos

Los españoles funden ignominiosamente la realidad con los deseos, la moral con los intereses de cada cual.

En el modo de pensar de los españoles corrientes es continua la confusión entre lo que debe suceder (por razones naturales, morales o jurídicas) y lo que debe de suceder (es probable que ocurra). No es lo mismo decir "los hijos deben amar a los padres" (una obligación) que "los hijos deben de amar a los padres" (suelen hacerlo). La cosa es que en el habla común muchas veces se entreveran ambas fórmulas para general despiste de los hispanohablantes. En inglés está más claro porque se utilizan dos verbos: it must be (debe ser) es distinto de it may be (debe de ser).

Cuando se produce una confusión en el habla es porque existe paralelamente en la cultura, la forma general de pensar o de comportarse. Es decir, los españoles funden ignominiosamente la realidad con los deseos, la moral con los intereses de cada cual.Véase el caso del dichoso referéndum de secesión de Cataluña. Los voceros del PP repiten: "El referéndum no se va a celebrar". Realmente quieren decir que ellos no quieren que se celebre. Razonan: "No va a haber referéndum porque sería ilegal o ilegítimo". Los que mandan en la sedicente Generalidad catalana insisten: "El referéndum se va a celebrar porque es legal o legítimo". En donde se demuestra que ambos tipos de jerarcas pertenecen a la misma cultura. Bastaría con ello para concluir que el referéndum puede que se realice, aunque sea como baldón y ludibrio para los catalanistas.

Por lo general, los españoles son desconfiados; confían en pocas cosas, pero se muestran tocados por el Derecho. Ya lo eran así los visigodos. Para los hispanos hodiernos las leyes nos dicen lo que va a ocurrir, porque, como sentenciaban los romanos, "dura será la ley, pero es lo que se impone". O no, se podría añadir ahora. En el fondo de la aparente confianza en la ley late un acendrado pesimismo fatalista. Recordemos el famoso dicho de un legendario torero: "Lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible".

La evolución de la sociedad española durante el último siglo nos muestra una firme tendencia al aumento de las expectativas de años de vida al nacer. Pocos países en el mundo (por no decir ninguno) han sido testigos de un progreso tan espectacular. Durante la última generación de españoles se ha producido un incremento todavía más significativo: suben las expectativas de los años de vida en las personas de más de 65 años, especialmente si son mujeres. Es lo que se llama aumento de la longevidad. Pues bien, esta es la fecha en que muchos españoles adultos consideran que les va a resultar difícil sobrevivir más allá de los 90 años. Lo que sorprende es que esa creencia pesimista se acentúa cuando la expresan las mujeres, quienes objetivamente son más longevas.

¿Qué es lo que falla para que se produzcan tales desvíos? Muy sencillo. A los españoles se les hace muy cuesta arriba razonar en términos de probabilidad. Confunden de modo escandaloso la realidad con los deseos. Por eso son tan aficionados a los juegos de azar. Es general la creencia de que el jugador va a ganar, y, por tanto, los demás van a perder. Deliciosa ignorancia. Sin ese descomunal error no medrarían tanto los negocios de loterías, casinos, bingos y apuestas.

La cadena de razonamientos tiene más eslabones. ¿Por qué los españoles confían tanto en la suerte, el destino? ¿Por qué no aciertan a plantearse el futuro en términos de probabilidad con prescindencia de los deseos? La solución, mañana.

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