Nos esperan grandes días de gloria lingüística con la llegada del nuevo Gobierno. Vayan anotando las nuevas expresiones de la jerga. Otro día las comentaremos. De momento, atiendo a algunas consideraciones de los libertarios en torno a la política y el lenguaje.
Ha sido famosa la expresión "conducta poco ejemplar" de un alto cargo. La pronunció el Rey en ocasión memorable: el ritual de la alocución televisada antes de la cena de Nochebuena. Todo el mundo entendió que se refería sobre todo a su yerno. Jesús Palacios tira por elevación. Su argumento es que esa misteriosa alusión del Rey es una especie de cortafuegos para evitar que la alarma se extienda a "las amistades peligrosas del Rey". La cosa viene de lejos. Don Jesús se atreve, incluso, a hablar del "saco de España" durante los años de la égida socialista. Supongo que don Jesús estará preparando un libro con ese título. La voz saco, como tantas otras, se presta a una deliciosa polisemia.
Miguel Tuells me cita un texto de José Ditores sumamente revelador. La toma de posesión de Gallardón, de manos de Caamaño, fue extraordinariamente lacónica. Sin embargo, se deslizó un extraño intercambio de frases. Caamaño dijo que en su Ministerio había proyectos iniciados "muy imaginativos, atrevidos y con sentido de Estado". Gallardón le contestó que "lo proyectado, proyectado está". Por lo visto, el misterioso proyecto es el de la "informatización de la Justicia". No es en el sentido elemental que a todo el mundo se le ocurre, sino en el de introducir máquinas que resuelvan automáticamente los litigios menos graves. Sería algo así como las máquinas expendedoras de billetes en los transportes públicos o las que sirven para cobrar las tasas de aparcamiento. En Madrid se llaman precisamente gallardones. No es broma. Alguien ha pensado que las máquinas que venden billetes de metro se podrían adaptar asimismo para dictar sentencias jurídicas de menor cuantía. En ambos casos basta introducir algunas monedas para el servicio correspondiente. Esperanza Aguirre hizo hace poco otra declaración misteriosa en una exposición organizada por el Metro en Chamberí: "Estoy a favor de un Metro automatizado, pero no de una Justicia automática". Entiendo que estamos ante otro caso de enfrentamiento entre Esperanza y Gallardón. Nos esperan grandes días.
Daniel M. Schuft redarguye que inversión productiva no es un pleonasmo, como yo decía, pues puede haber también una inversión financiera. Sigo en mis trece; si esa inversión no produce, difícilmente puede ser llamada inversión. Don Daniel asegura que lo de políticas (como traducción del inglés policies) está muy bien. A mí me parece un engendro, pero en fin, no vamos a discutir. Sobre todo porque don Daniel se autotitula "consultor senior freelance". Ignoro lo que es eso. Puede que yo sea también algo parecido, es decir, un francotirador veterano de consultas léxicas. Lo voy a poner así en las tarjetas para hacer el networking.
Juan Díaz López-Canti me aporta los resultados de un estudio que demuestra el enorme ahorro que resultaría de sustituir los coches oficiales por el alquiles de coches para actos concretos de los altos cargos. Estoy de acuerdo. El ejemplo lo tenemos en las televisiones. Antes cada una de ellas disponía de una flotilla de coches oficiales para los invitados a los distintos programas. Ahora han visto que es más barato contratar taxis o coches de alquiler a empresas particulares. Don Juan asegura que en España hay más coches oficiales que en los Estados Unidos. Desde luego, en la Universidad Complutense hay más coches oficiales que en todas las universidades americanas juntas que yo he conocido. Quizá es que el término coche oficial signifique cosas distintas en uno y otro país. En España no es tanto un vehículo de transporte como un signo de ostentación. Todavía lo es más disponer de escolta.