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Amando de Miguel

El lenguaje del gran debate

Rajoy coincide con la oposición en que el caso Bárcenas supone "la erosión de la imagen de España". Demasiada importancia se le da al Bárcenas ese.

Rajoy coincide con la oposición en que el caso Bárcenas supone "la erosión de la imagen de España". Demasiada importancia se le da al Bárcenas ese.

En el mundillo político no se habla de otra cosa: el gran debate entre Rajoy y Rubalcaba más otros figurantes. No me corresponde entrar en el contenido de los parlamentos, pero sí en la forma de expresarse de unos y otros. Después de todo, son ellos los padres de la patria, los padres conscriptos, y por tanto tienen que enseñarnos a hablar en público.

Rajoy tuvo a su favor el gran interés que se había creado ante su oración inaugural. El gallego es un buen orador, aunque su discurso lo lee de cabo a rabo. Bueno, eso hacen todos. Coincide con la oposición en que el caso Bárcenas supone "la erosión de la imagen de España". Demasiada importancia se le da al Bárcenas ese. Ya no hay "brotes verdes", imagen que quedó gastada por el anterior jefe de Gobierno. Para Rajoy, hay "indicios alentadores de un cambio de tendencia", "el viento está cambiando". Aunque lea, resulta brillante. Su voz es suasoria. El único defecto: en un momento tan solemne se le deslizan muchos participios en -ao ("Estao", "imputao", "Senao", "paraos"). No siempre lo hace, pero queda chabacano. ¿Lo tendrá así escrito en el discurso?

Rubalcaba traía también mecanografiado el discurso, por lo que no hay debate que valga. También es buen orador, pero repite demasiado algunas cláusulas. Su débil tartamudeo es un acierto. Los parlamentarios ingleses lo cultivan. Pierde un poco al tentar reiteradamente los micrófonos, como si fuera un novel.

Las cámaras de televisión ya no nos dejan ver el hemiciclo completo (realmente en el Senado no es un hemiciclo) una vez que han hablado Rajoy y Rubalcaba. Se supone que la mitad de los diputados se van al bar a desayunar. Los figurantes interesan menos. Su minuto de gloria es para sus respectivas madres o cónyuges.

Cayo Lara, comunista, aparece descorbatado. Es un hábito de la izquierda radical que no encaja bien en la cortesía parlamentaria. Suelta un "al albur de", que parece indicar algo así como "a la sombra de". Pero esa voz significa riesgo, aventura, azar. También dice "espúreos" en lugar de "espurios". Es otra marca de la izquierda. Su voz es destemplada, de mitin.

Sáenz de Cosculluela (no me acuerdo de qué partido es) nos dice que "Rajoy es un corrupto" y se queda tan tranquilo. Por lo visto, si uno es un diputado puede calumniar con toda tranquilidad. Lanza una analogía surrealista: "Las tres caras de la moneda". También va sin corbata y con camisa negra. Es el uniforme de la izquierda. Hace casi un siglo empezaba a ser el de los fascistas italianos. Son las vueltas que da la Historia.

(Continuará).

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