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El Gobierno de progreso y demás patrañas

Para estos, 'cambio' quiere decir 'que se quite el PP para mandar nosotros', con las llaves de los coches oficiales puestas.

Los figurones de la izquierda sostienen que "la ciudadanía ha pedido en las urnas un Gobierno de cambio y de progreso". ¿Cómo lo saben? Supongo que se trata de algunas papeletas nulas, pues las legales solo contienen una lista de candidatos y no se puede escribir nada en ellas.

Ya entiendo. "Cambio" quiere decir "que se quite el PP para mandar nosotros", con las llaves de los coches oficiales puestas. Ese "nosotros" es una gavilla de políticos sin experiencia de haber administrado el dinero público e incapaces de hablar de tú a tú con los gerifaltes de la Unión Europea. Se trata de elevar a la dignidad nacional la parodia de Gobierno municipal que se ha experimentado en Madrid y Barcelona.

De constituir un Gobierno los sedicentes progresistas, la primera actuación sería subir los impuestos, tasas, precios políticos, licencias y demás tributos. Por eso lado más bien sería un regreso. Con los progresistas en el machito, menudearían los altos cargos a dedo, cristianados como asesores. Es decir, se generalizaría el nepotismo, la exaltación de la familia, colocando a parientes y exes con pingües sueldos.

En las huestes del progreso se incluyen sedicentes populistas y nacionalistas radicales. Estos últimos pretenden la desmembración de España, al menos por la parte donde también se hablan otros idiomas. Sería una secesión subvencionada para vengarse de siglos de opresión castellana. Ya se ve cómo quedó la vieja Castilla.

Los llamados populistas se parecen más a los fascistas, los peronistas o los bolivarianos, que a los leninistas. No son propiamente un partido democrático sino un movimiento totalitario. Por mucho que hablen de "democracia participativa", lo suyo es más bien una satrapía con aires latinos. Tienen la suerte de conducir a un pueblo que en su día gritó entusiasmado: "¡Vivan las cadenas!".

A la larga, los socialistas y comunistas serán fagocitados por los populistas. En el otro lado, el PP se fusionará con C’s, aunque todavía parezcan tan distantes. Es decir, volvemos al benéfico bipartidismo, sobre todo si se redacta una nueva ley electoral con un sistema de dos vueltas. Es lástima que no se avizore la formación de un gran partido de izquierda democrática, al uso de los grandes partidos socialdemócratas europeos. Llegará.

De momento, lo que tenemos es una repetición de las elecciones, solo que con los mismos políticos. Aunque se formara en el último minuto un Gobierno in extremis para evitar la vergüenza de los comicios repetidos, da igual. Habría otras elecciones en unos pocos meses. Vale, pues, todo lo dicho.

Contrariamente a lo que suele darse en este terreno de las predicciones, las mías no coinciden necesariamente con mis deseos o mis intereses. Digo lo que me parece. Hace un par de años anticipé que Podemos y sus hoplitas avanzarían elección tras elección. Es lo que hizo Hitler; no Lenin.

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