Me parece harto difícil que podamos asegurar las constantes del famoso "cambio climático" para toda la Tierra, tan distintos son los ambientes que comprende. La conclusión sobre el imaginado "calentamiento del planeta" debería apoyarse en una miríada de datos particulares, distribuidos en los millones de cuadrículas del mapa terráqueo. Por si acaso, adelanto algunas observaciones sobre el lugar donde moro desde hace más de 20 años: la zona de la Sierra de Guadarrama, en la ladera de un monte, entre Collado-Villalba y Moralzarzal. Mi casa se asienta sobre una parcela, que viene a ser la cienmillonésima de la extensión correspondiente del territorio español. Comprendo que la muestra sea minúscula. Se localiza a más de 30 kilómetros de la madrileña Puerta del Sol, o sea, fuera del hongo de la contaminación atmosférica sobre el área metropolitana. Muchos días del año dedico unas horas a los trabajos de jardín y acumulo observaciones.
Mi impresión primera es que, durante los últimos años, ha caído poca agua en esta zona. Resalta la ausencia de las tormentas de verano; antes, refrescaban el ambiente. Las consecuencias sobre la flora son evidentes: las setas, prácticamente, han desaparecido; hace unos años, se registraba una docena de especies. Lo que no me explico es que, a pesar de la obstinada sequía, se expande con vigor el bosquecillo de pinos, enebros y encinas, aparte de multitud de arbustos. Algunos son nuevos, como el hinojo, que se reproduce a placer. En cambio, la cicuta, antes tan abundante, va a menos. Lo preocupante es que, durante los últimos lustros, se va minorando, poco a poco, la fauna local: pájaros, pequeños reptiles, mariposas y otros insectos.
El cambio reciente del clima se ve reforzado por la notable variación del último mes. Debería corresponder a la tradición de un lapso frío y lluvioso, muy necesario para las plantas. Esta vez, la temperatura media ha subido tanto, que se ha adelantado la primavera un par de meses. Tanto es así, que, en la última semana, me he visto obligado a adelantar la poda de los árboles, pues empiezan a brotar las yemas y se generaliza el polen, mucho antes de lo esperado. Además, en algunos pinos más jóvenes, han aparecido los capullos de la procesionaria, otro hecho prematuro.
La poda la realizo para revitalizar los árboles y con el fin de almacenar combustible para la chimenea durante el próximo invierno. Guardo las ramas leñosas; el resto de las hojas las almaceno en los "composteros". Así llamo a unas oquedades, entre las rocas y los cercados de piedras, donde esos restos vegetales serán abono dentro de unos años o decenios. De esa forma no hay que llegar al dislate, tan frecuente por estos andurriales, de quemar los restos de la poda. Debo hacer constar otra manía: todos los trabajos del jardín los realizo con herramientas manuales.
Queda descartado el método del "calendario zaragozano" para pronosticar el tiempo que va a hacer en tal día del año. Simplemente, reproducía la media de los años precedentes para la misma jornada. Ahora, más que nunca, el tiempo atmosférico se nos hace un tanto errático, rompe las tendencias. Es decir, después de una primavera anticipada, bien podría irrumpir una "filomena", como llamamos a la gran nevada de hace un año. Aquí, cubrió las plantas con un metro de nieve durante dos semanas. No sé si esa dislocación tuvo algo que ver con las alteraciones de la fauna y la flora. Puede ser que, hoy, empiece a notarse la intervención humana en el estado de la atmósfera, que siempre fue mínima.