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Amando de Miguel

El acertijo contable

Con el número Pi y el teorema de Pitágoras, los griegos calcularon el radio de la Tierra y la longitud de la circunferencia. El cálculo se perdió, gracias a lo cual Colón se embarcó para llegar a Ceilán por el Oeste. A veces los errores son providenciales

Lo sabía. He recibido docenas de respuestas al acertijo numérico de la semana pasada. Me es imposible dar cuenta de todos los detalles. Algunos me insertan un esquema de contabilidad para ver dónde se esconde el travieso euro. Miguel Ángel García Martínez da en el blanco: “El truco está en sumar el último euro a la derecha en vez de descontarlo”. Jack Goldfinger razona que “el principio básico de la contabilidad es no mezclar el haber con el deber”. Jorge Rodríguez de la Nuez especifica que “la solución es contemplar el asunto desde la deuda, no desde el préstamo”. Francisco Moreno Doncel, que es un listo, interpreta el juego: “El motivo principal de estas líneas es rechazar que usted nos plantee ese problemilla de los zapatos haciendo como que no sabe la solución con la excusa de que es de Letras y haciendo un planteamiento falaz”. En realidad, el planteamiento no lo hacía yo sino mi primo, Pepe Escuder, que es ingeniero. Transcribí el mensaje como una especie de prueba de la interactividad de esta seccioncilla. Ha funcionado. Aunque aquí tratamos asuntos del lenguaje escrito o hablado, también cuentan los números y hasta los gestos y los silencios. Resulta lamentable la dicotomía de Letras o Ciencias que tuvimos que adoptar de adolescentes.

La resolución de enigmas numéricos o simbólicos es algo que siempre ha fascinado al pueblo. Es un buen ejercicio del intelecto, sobre todo el de los chicos. Vale lo mismo hacer sudokus, crucigramas, juegos de magia o adivinanzas. Recuerdo que mi abuelo Amando, cuando tenía yo 11 años, me planteó un enigma que empezaba así: “Adiós bando de las cien palomas…”. Al parecer, ningún inocente lo había adivinado, pero yo saqué fácilmente la solución, pues no era más que una sencilla ecuación de primer grado. Entonces se estudiaba álgebra a los 11 años. No sé ahora. Mi abuelo se quedó maravillado de que un mocoso como yo pudiera dar con la solución del problema. En cambio, él me maravilló por la sagacidad con el cálculo de sacos que podían salir de un montón de trigo. Simplemente, daba una vuelta al montón y contaba los pasos. Así obtenía la longitud de la circunferencia. Dividía esa longitud por un poco más de seis, y así calculaba el radio del montón (un cono). La altura del montón la calculaba a ojo. Hacía otros cálculos simples y averiguaba el volumen de trigo. Lo maravilloso del asunto es que mi abuelo manejaba continuamente la noción del número pi sin haber oído hablar nunca de su existencia. Entendí perfectamente cómo habían llegado los griegos a ese número mágico. Con ese número y el teorema de Pitágoras (que no lo descubrió Pitágoras sino que se debe a los antiguos egipcios), los griegos calcularon perfectamente el radio de la Tierra y la longitud de la circunferencia. Ese cálculo se perdió, gracias a lo cual Colón se embarcó para llegar a Ceilán por el Oeste. A veces los errores son providenciales.

(Notas para encontrarnos. El lunes doy una conferencia en Lorca sobre Sociología de la familia. El martes presento mi novela “Judíos en la ciudad de los ángeles” en la Asociación Sefarad-Israel, calle Mayor, 69, junto al antiguo Ayuntamiento, plaza de la Villa, Madrid. Me hace mucha ilusión  que en alguna conferencia aparezca un libertario o un fesibukero. Así se cierra el círculo de la interactividad).

Alfonso Blanco me cuenta un suceso de otro abuelo actual. Le dice a su nieto: “Mira, cuando yo era niño como tú eres ahora, mi mamá me mandaba a la tienda que había en la esquina con 100 pesetas, lo que ahora son 60 céntimos de euro, para hacer la compra. Yo regresaba a casa con dos envases de mantequilla, dos litros de leche, un saco de patatas, dos quesos, un paquete de azúcar, una barra de pan y una docena de huevos”. El nieto le  responde: “Abuelo, ¿en tu época no había cámaras de vigilancia?”.

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