Quedamos en que un buen sistema de partidos necesita que haya unos a la derecha y otros a la izquierda. En la España actual resulta un poco patético el empeño del PSOE para convencer a la opinión de que representa la izquierda moderada, socialdemócrata. De momento ha tenido éxito en hacer ver que en "este país" (España) se abre la brecha de la desigualdad. Pero la realidad es que tal proceso no se ha producido. Antes bien, la igualdad alcanza cotas jamás vistas en nuestra historia. No solo se acerca el estilo de vida de unos estratos sociales y otros, sino los que distinguen a varones y mujeres. La igualdad no se mide solo por la renta familiar, aparte de que ese dato resulta mal conocido por el fenómeno creciente de la llamada economía sumergida.
El PSOE se agarra a la igualdad de oportunidades como un buen objetivo, pero no se da cuenta de que ha sido históricamente una propuesta de la derecha. La lanzó precisamente para contener la vis revolucionaria de la izquierda que ahora llamamos radical. Es más, si la igualdad de oportunidades se centra en la mayor facilidad para llegar a la enseñanza superior, el hecho es que nos encontramos ante un cambio oceánico. Se nota ya que los estudios superiores no condicionan la posición social tanto como en épocas anteriores.
Total, que la izquierda más o menos moderada del PSOE se encuentra confundida con sus cortinas de humo. En cuyo caso, desorientada, se vuelve hacia planteamientos periclitados que no significan nada: el pacifismo, el Estado federal, el feminismo, el ecologismo. No tiene nada que hacer. Para todo eso sirve mejor la izquierda radical.
Es decir, el viejo PSOE pretende ser izquierda radical a la chita callando. Mas ocurre que ese espacio se lo ha apropiado bonitamente Podemos y sus descamisados con la ética de la razón pura.
En términos cromáticos se podría decir que la izquierda se traslada desde el rojo Santander al violeta feminista. En el siglo XVIII se ridiculizó a los "eruditos a la violeta", esto es, los petimetres y lechuguinos que se componían con polvos perfumados de violeta. Era la moda francesa del momento.
Los podemitas a la violeta se abren paso porque se apoyan en el resentimiento. Es un rasgo que permea toda la sociedad española. De momento, se las dan muy felices porque se apoyan en el voto de los jóvenes. Los cuales hacen mucho ruido y son muy visibles a través de las redes sociales. Pero el hecho obstinado es que el volumen de la población juvenil es el más reducido de la historia de España. Ya es triste.