Si uno quiere pasar por una persona culta, o por lo menos cultivada, puede aprestarse a tomar nota de las nuevas palabras que dejan caer los hombres públicos. Nada más práctico que disponerse a seguir con atención sus parlamentos y declaraciones, por ejemplo, a través de la radio o la tele. Es lo que hago yo de cutio. Ahí van algunas perlas que he ido anotando en los últimos días.
Es sabido el proceso para componer nuevas palabras derivadas de las antiguas. Por ejemplo, de "recibir" se deriva “recepción”, lo que permite el neologismo o la pedantería de "recepcionar". Acabo de oír una réplica de ese proceso con la palabra "impulsionar". Procede de “impulsión”.
Estupefacto me quedé al comprobar que un joven político, para referirse a los nuevos sistemas de formación, dijo que había que plantear "estrategias de habilidades". Me costó unos minutos averiguar a qué se refería.
El verbo "requerir" nos da dos derivados: “requerimientos” (= exigencia para un acto administrativo) y “requisitos” (= condiciones necesarias para algo). Se parecen, pero no son equivalentes. Ahora es moda emplear "requerimientos" en el sentido de “requisitos”. La cosa procede del inglés, claro está.
Todo el mundo sabe que el "observatorio" es un lugar destinado a observar el cielo con propósitos astronómicos o meteorológicos. Pero ahora proliferan los observatorios para analizar cualquier cosa que requiera una ayuda pública. Es palabra que produce mucha admiración. Tentado estoy de llamar "observatorio de las palabras" a esta seccioncilla.
Uno de los rasgos de la lengua española es su escasa capacidad para componer abstractos, por ejemplo, en comparación con el inglés o el alemán. Es causa y consecuencia de que los hispanoparlantes hayan descollado tan poco en la ciencia. Hay algunos ejemplos de feliz innovación para producir nuevos abstractos. Es el caso de la "mismidad" de Ortega y Gasset. Acabo de oír en la radio a un político de pan llevar que se ha atrevido con “abusividad”. El hombre promete.
Claro que el premio al mérito de los nuevos abstractos me lo comunica Luis Cáceres. Nuestro libertario curioso ha leído en el BOE que se ha publicado una "ley de la galleguidad". Con la misma falsilla se podrían componer unos 8.000 nuevos abstractos, uno por cada municipio español. Por lo menos se podrían administrar 17 abstractos para cada una de las regiones. Sería divertido lo de la “riojosidad” o la “extremadureidad”.
En las tertulias de la radio o la tele el asunto estrella es la corrupción política. El otro día tomé nota de la crítica de un tertuliano respecto a los políticos que habían "amansado una fortuna". Repitió el verbo "amansar" varias veces, que hasta ahora equivalía a apaciguar o domesticar a un animal fiero. Puede ser un hallazgo.
No para ahí la cosa. En la misma tertulia que digo se introdujo un corte (que llaman "total", no sé por qué) de Rubalcaba en el que insistió en "poner blanco sobre negro". El químico repitió el hallazgo, lo que indica que le había gustado la analogía. Francamente, ignoro qué pueda ser esa acción de poner blanco sobre negro. Reconozco mi ignorancia. ¿No será una forma nueva de prejuicio racial?