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Amando de Miguel

Anglicismos varios

No podemos estar siempre pidiendo perdón por los neologismos, que tan frecuentemente proceden del inglés. Lo que hay que rechazar es el abuso del neologismo cuando resulta producto de la ignorancia o la tontería

En esta seccioncilla he dedicado muchas páginas a razonar sobre el ejército de anglicismos que nos rodea. Mi posición es clara: no hay que negarse a esa invasión cuando resulta útil. Los anglicismos no son préstamos, pues nada hay que devolver. Es un hecho que se deriva de la situación del inglés como una especie de latín de nuestro tiempo. No significa que vayan a desparecer las lenguas de cultura, entre ellas el español. Pero será inevitable que acumulemos muchos anglicismos, como en sus albores el castellano primigenio aceptó muchos arabismos. Lo que hay que hacer es que esa operación se realice con finura. A. Maizcurrena sostiene que "la capacidad de nuestra lengua para inventar nuevas expresiones o verbos a partir de vocablos nuevos o extraños, sean del inglés o de donde fuere, no la tiene la lengua inglesa". No estoy de acuerdo. No lo he estudiado científicamente, pero mi experiencia me dice que esa capacidad la posee mucho más el idioma inglés que el español. He escrito muchos miles de páginas y siempre me he encontrado con la dificultad de formar nuevas palabras y expresiones en español, cuando a veces el equivalente en inglés era muy sencillo. Ese es un rasgo por el que es tan fácil hacer ciencia en inglés y tan difícil en español. El lenguaje científico (aunque sea en las modestas ciencias sociales) necesita construir nuevas abstracciones y conceptos. No podemos estar siempre pidiendo perdón por los neologismos, que tan frecuentemente proceden del inglés. Lo que hay que rechazar es el abuso del neologismo cuando resulta producto de la ignorancia o la tontería.

Me refería aquí al anglicismo de "mi nombre es…", que ahora resulta tan usual. Juan J. Carballal añade otra muletilla de los presentadores de la radio o la tele: "Él es…" o "ella es…". Efectivamente, bastaría con decir sin tanto énfasis:: "Se trata de…".
G. Laterza (Asunción, Paraguay) se refiere a la expresión "medios masivos de comunicación" cuando lo correcto sería "medios de comunicación masiva". Tiene razón. Siempre es un engorro traducir la escueta expresión mass media. La verdad es que ese "media" (un latinismo) se empezó utilizando en inglés de una forma irónica. Era el plural de "médium", esto es, la persona que hace de intermediaria para comunicarse de los espíritus. De esa forma se aludía al carácter mágico que podía tener la prensa y no digamos la radio o la televisión. Esa ironía se borró en español al emplear "medios" (¿opuestos a fines?). Lo de "masiva" tampoco es un acierto en español. En inglés la voz "masa" o ("masivo") no tiene el sentido un tanto despectivo que acarrea en español. Pero ya es tarde para estos devaneos léxicos. Los "mass media" están ahí y también los "medios de comunicación". Pero es el adjetivo "mediático", que procede del francés y que se suele emplear en sentido desdeñoso. En español podríamos haber dicho "medianero", pero también es tarde. En cuestiones de lenguaje lo que es y lo que debe ser no suelen coincidir.
 
Un libertario español residente en China me ruega que no mencione su nombre al citar su comentario sobre la expresión de "países emergentes". Su impresión es que su impresión es que se trata de una deliberada opción para no tener que llamar pobres, subdesarrollados o tercermundistas a los países con menos ingresos. Es decir, sería un nuevo ejemplo de eufemismos por razón de la cortesía diplomática. Puede ser. En su día el primer eufemismo fue lo de “países en vías de desarrollo” para designar precisamente a los países pobres que se desarrollaban menos que los ricos.

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