Pasadas las cinco de la tarde, dos terremotos de intensidad 4,4 y 5,2 han sacudido la Región de Murcia provocando varias víctimas mortales, diez según el último balance, y un gran número de daños materiales. La población más afectada ha sido Lorca, en la que la ciudadanía se ha echado a la calle asustada por una situación singular y, probablemente, con el recuerdo del reciente terremoto en Japón. El hospital de la ciudad, afectado por el sismo ha sido evacuado así como otros edificios, mientras que unos pocos se han derrumbado y los elementos sueltos de las paredes, incluso las propias paredes se han precipitado sobre coches y peatones. Todo el sudeste de la Península ha sentido los movimientos y hasta en Madrid se ha podido percibir. El Ayuntamiento ha activado el Plan de Emergencias municipal y el Gobierno murciano ha puesto en marcha nivel 2 del Plan de Emergencias ante el Riesgo Sísmico de la Comunidad Autónoma de Murcia (Sismimur).
Murcia, como buena parte del sureste de la Península, forma parte de la zona sísmica más activa de España. Aunque es raro que en la Península se produzcan terremotos de más de 7 grados en Richter, es frecuente que se produzcan más de una intensidad menor, hasta el punto de que de los 2.500 que se producen de media, sólo dos suelen ser sentidos por la población. El desplazamiento tectónico entre África y Europa es responsable de la actividad sísmica de los países mediterráneos y la parte más occidental de la conjunción entre dichas placas es la fractura Azores-Gibraltar-Túnez, que es la que afecta a España. Por poner tres ejemplos recientes, el terremoto de Dúrcal (Granada) alcanzó los 7 grados en la escala Richter el 29 de marzo de 1954, el 28 de febrero un seísmo de magnitud 7,3 sacude Andalucía Occidental y el Sur de Portugal, el 2 de febrero de 1999 un terremoto de magnitud 5,2 tiene lugar en La Puebla de Mula (Murcia). Así pues, es lógico pensar que se puede repetir este tipo de terremotos, incluso de mayor magnitud. Cada tres o cuatro años se dan movimientos parecidos, pero por lo general no se producen efectos tan trágicos.
Hasta la fecha, no se ha desarrollado un sistema de predicción de terremotos, salvo con unos pocos segundos entre el aviso y el seísmo. Por ejemplo, en Tokio las sirenas avisan medio minuto antes de detectarse uno de una intensidad importante, lo que permite a los ciudadanos prepararse allí donde se hallen. Así pues, la única manera de prevenir es ser conscientes que se vive en una zona de riesgo real y tomar las medidas necesarias para minimizar los efectos.
El Real Decreto 997/2002, de 27 de septiembre, aprueba la norma de construcción sismo-resistente y establece las condiciones técnicas que han de cumplir las estructuras de edificación, pero lo cierto es que buena parte de los edificios que hoy han sufrido las ondas sísmicas no parecía que se adecuaran a esta norma. No resulta de recibo que el edificio más importante que puede tener una localidad cuando se produce una catástrofe como la que ha ocurrido, el hospital, haya tenido que ser evacuada precisamente porque no ha resistido los efectos del mismo. No podemos dejar de preguntarnos si la locura inmobiliaria de los últimos años ha pasado de puntillas por estas normas y el pelotazo ha primado sobre la seguridad. Cuando se analicen los daños se podrá tener una idea de este punto. Lo cierto es que los ciudadanos tampoco se han preocupado mucho por las medidas a tomar y es lógico: tendemos a no preocuparnos por el peligro hasta que no lo tenemos encima. Al fin y al cabo, no somos Japón, donde es difícil ver en el exterior de los edificios adornos y elementos que se puedan desprender en caso de seísmo. ¿Está preparada España para lo que ha pasado? Yo al menos me pondría a revisar lo que hay.