CRÓNICAS COSMOPOLITAS
Ingenieros de almas
Así definió Stalin a los escritores, y todos, tanto escritores como metalúrgicos, se desmayaban de emoción: ¡qué agudeza! ¡qué inteligencia! ¿quién sino Stalin era capaz de tal profundidad y comprensión de la labor creativa? Nadie, claro, se paraba en señalar el repelente espíritu productivista, utilitario de la fórmula. Los ingenieros construyen puentes, los escritores fabrican el “hombre nuevo”, el siervo consentido. Otra fórmula de Stalin, también se hizo famosa por aquellos felices tiempos: “El hombre es nuestro capital más valioso”. Y todos, y algunos más, epilépticos de entusiasmo, se revolcaban por los suelos, sollozando, ante esa cumbre de humanismo que sólo Stalin podía alcanzar.