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CAPITALISMO DE LOS AMIGUETES

Aerolíneas para ricos

La reciente reestatización de Aerolíneas Argentinas me trajo gratos recuerdos de cuando volaba de vacaciones a Punta del Este, a Europa o a Estados Unidos a precios convenientes en una empresa que financiaban todos los argentinos, incluidos los pobres.

La reciente reestatización de Aerolíneas Argentinas me trajo gratos recuerdos de cuando volaba de vacaciones a Punta del Este, a Europa o a Estados Unidos a precios convenientes en una empresa que financiaban todos los argentinos, incluidos los pobres.
Antigua marca de Aerolíneas Argentinas

Lo cierto es que debemos estar muy agradecidos a los más necesitados que, aunque no las usan, también nos financian otras tantas empresas estatales como el Correo, que nos permite enviar cartas a precios subsidiados, y la Universidad Nacional de Buenos Aires, que nos permite estudiar gratis.Y por supuesto el Banco de la Nación Argentina, del que podemos obtener créditos subsidiados e, incluso, no devolverlos si conocemos a "la persona adecuada", y tantas otras empresas. Debemos agradecer también a los políticos que, en su afán por ganar votos, cargos para los amigos y servicios gratuitos para ellos, nos benefician tanto.

Ironías aparte, un caso emblemático fue la estatización de los ferrocarriles ingleses por parte de Perón. Ambas partes, los ingleses y Perón, quedaron muy contentos. No era para menos: con dinero ajeno, perteneciente a todos los argentinos, se había comprado una empresa por un valor superior al de mercado.

Parece que ahora los vendedores privados también se fueron agradecidos. Tras la reestatización, el actual gerente general de Aerolíneas Argentinas aseguró que "si no hubiera sido por el Estado", la compañía "habría dejado de volar el 30 de junio" porque tenía "un alto endeudamiento, un déficit operativo mensual importante, y (...) no podía acceder al mercado de crédito". Esto a pesar de contar con el privilegio cuasi monopólico, otorgado por el Estado, que le permite tener cautivo al 80% del mercado local.

Según el Gobierno, Aerolíneas tiene un pasivo de 890 millones de dólares, aunque reconoce que la deuda exigible (la vencida) es de 240 millones. La empresa pierde 30 millones por mes. Cuando la empresa se "privatizó" en 1990 (en realidad, solo cambió de Estado), fue comprada por la entonces estatal Iberia, que luego la traspasó, cancelación de deudas de por medio y otros apoyos, al grupo privado que ahora la vendió al gobierno argentino. Grupo que parece haber hecho un excelente negocio. Sea como fuere, toda esta aventura le costó al Estado español (mejor dicho, a todos los españoles que financian al Gobierno) al menos 2.730 millones de dólares(€ 1.730 millones) desde 1990.

Antes de esta reestatización había surgido la idea de que los propietarios privados españoles, que poseían el 94,41% de la línea aérea (5% eran del Estado argentino y 0,59% de los sindicatos), se quedaran con un 35% y que se repartiera otro 35% entre empresarios argentinos bien relacionados con el Gobierno, por cierto. Así demostraron que en Argentina el "amiguismo" con el oficialismo es mucho mejor "método de hacer negocios" que servir y competir para ganarse la preferencia del consumidor. El resto del capital quedaría en manos del propio Gobierno argentino hasta un 20%, las provincias tendrían un 5% y los empleados otro 5%.

Y ¿por qué son malas las empresas estatales? ¿Por qué son ineficientes y siempre pierden dinero? Aunque sus balances muestren ganancias, suponiendo que sean verdaderas, siempre son negativas comparadas con otras inversiones de fácil alcance. Más allá de las arbitrariedades inevitables, en estas compañías que responden a los "criterios" de los políticos y no a razones económicas (léase, de ahorro de recursos en función de una mejor distribución), lo cierto es que el monopolio de la violencia que ejerce el Estado le permite manejarse de manera "independiente" del mercado (coacción de por medio), obteniendo recursos por vía impositiva u otras. Así, la eficiencia empresarial deja de ser una necesidad en "tiempo real" para convertirse, simplemente, en un esfuerzo innecesario e inútil.

Además de que las perdidas deben ser financiadas por todos los ciudadanos, incluidos los pobres, esta ineficiencia perjudica más a los de menores recursos porque provoca menor productividad, esto es, menor ahorro, ergo menor inversión, disminuyendo la demanda de mano de obra y toda la presión para que aumenten los salarios.

© AIPE

Alejandro A. Tagliavini es analista político argentino.
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