La columna de Pedro de Tena exigiendo la dimisión del Gobierno nos ha puesto en el camino de la argumentación. De la verdad. Escribamos solo de lo que sepamos. Nada que no esté fundamentado debería ser objeto del periodismo. Nadie que escriba en la prensa debería eludir su responsabilidad moral para juzgar la convocatoria de la manifestación del 8-M de 2020. La conducta negligente del Gobierno causó miles de muertos. No miremos para otro lado ante una tropelía de tal gravedad. Ya todos los sabemos. Ya nadie puede dudar. Ya no hay excusas. Las frías, descarnadas e ideológicas declaraciones de Yolanda Díaz, vicepresidenta del Consejo de Ministros, nos han enfrentado a lo real: el Gobierno de Sánchez optó por correr el riesgo de matar a miles de personas antes que suspender la manifestación del 8-M.
Repitamos lo dicho por Yolanda Díaz. Es la prueba para que todo ciudadano de bien condene la conducta inmoral del Gobierno más irresponsable de la España contemporánea:
Yo, el 15 de febrero, como ya la pandemia azotaba fuertemente a Italia, convoqué a mi equipo porque tenía la convicción de que Italia es España y por tanto teníamos que desplegar un montón de medidas, porque veíamos lo que iba a pasar. Tanto fue así que el 4 de marzo, si lo recordamos, presenté una guía que fue enormemente polémica en el Gobierno y también fuera, se me acusó de ser una alarmista. En fin, esto fue en la antesala del 8 de marzo.
Escalofríos provoca la lectura de estas líneas.
Dos son las principales cuestiones que plantean esas declaraciones. La primera es de orden político. Todos los esfuerzos ideológicos, triquiñuelas y perversidades del Gobierno de Sánchez para ocultar el 8-M se han derrumbado. El sanchismo ha quedado comprometido para siempre con el horror; y, por supuesto, deja a los pies de los caballos a la propia ministra por no haber dimitido de su cargo, cuando Sánchez le ordenó callar. Su silencio de ayer debería ser su condena política de hoy. El ya lo sabía yo de Díaz ha abierto en canal la irresponsabilidad moral del Gobierno en pleno, y limpia de hojarasca el camino para que una causa judicial condene el delito de Sánchez. La segunda cuestión es de orden estrictamente moral y tiene que ver con todos aquellos que siguen defendiendo, incluso después de las declaraciones de Díaz, la acción del Gobierno de Sánchez el 8-M: ¿cómo calificar a quien no mata pero justifica el crimen?, ¿qué decir del periódico que antes que cuestionar el proceder inmoral de la señora Díaz le da páginas y páginas para mostrar sus ropajes de cuero negro? Allá ellos con su conciencia. Una cosa es clara para todo español decente: el único camino de redención de este Gobierno es la dimisión.