Quizá no haya otra alternativa, de momento, que la adoptada por Rajoy para salvar a este país de la bancarrota. Pero es necesario explicarla, justificarla y aclararla. Si no se hace, entonces estaremos asistiendo a la muerte de la política. De la vida pública. El peor de los peligros que hoy corren la sociedad española en particular y la europea en general es dejarse arrastrar por la burocracia arrogante de la UE. Una vez que se ha expropiado la política es lógico que siga la expropiación de la economía. No creo que sea el camino seguido por Rajoy, pero, sin duda alguna, será su mayor obstáculo para gobernar España.
Rajoy tendrá que enfrentarse, antes o después, a los dictados tecnocráticos y burocráticos de Bruselas, es decir, deberá definir con firmeza su posición en la Unión o seguiremos pagando los que menos culpa tenemos en la catástrofe europea. Socialización máxima de las pérdidas y privatización de las ganancias. Es menester salir cuanto antes de esta perversa lógica. Hay que enfrentarse con la burocracia europea. Sí, sí, la UE trata por todos los medios a su alcance, y son muchos, de imponerle al Gobierno de España el acrónimo TINA, There is no alternative, o lo que los alemanes llaman alternativlos ("sin alternativa"). De momento, reitero, Rajoy parece haber aceptado esa terrible lógica, pero de persistir en ella no sólo le conduciría al precipicio político personal, sino que estaría aceptando de hecho algo equivalente a una prohibición de pensar, un concepto que repugna a la propia razón humana, otro tipo de política.
En fin, es menester alcanzar ya un cierto sosiego en este comienzo vertiginoso de legislatura; hay que superar cuanto antes la alevosa sensación que algunos podemos tener de vivir en un país sin políticos, es decir, de gobernantes sometidos a la burocracia europea, a la dominación no de leyes ni de personas sino de anónimas oficinas conocidas por cientos de acrónimos imposibles de memorizar. Creo que ayudaría mucho a liberarnos de esa sensación, de ese desasosiego político, más presencia pública del presidente del Gobierno. Es menester explicar permanentemente todas las medidas adoptadas. Rajoy, pues, debería actuar como al resto de los mandatarios europeos, es decir, hay que suplir el déficit democrático de la UE con una presencia pública más continuada.
Sólo el ejercicio del liderazgo político, como demuestran cada día Sarkozy y Merkel, puede suplir la aguda crisis democrática que tienen las instituciones de Bruselas. Bien sé que el calendario endemoniado que le dejó Zapatero a Rajoy, lejos de ayudar a los nuevos gobernantes a salir permanentemente a la arena pública, los ha dejado encadenados a tomar una serie de decisiones que ni siquiera ellos se atreven a cuestionar a la burocracia de la UE. Pero, naturalmente, o se intenta esta comunicación política o tendremos que pensar mal, es decir, aceptar, como dicen los maliciosos, que se ha reducido la política a mera tecnocracia.