El otro día leía una columna de un antiguo dirigente socialista, en el País Vasco, sobre el futuro de las dos nuevas fuerzas políticas emergentes y me dejó perplejo su análisis. La perplejidad creo que procede de la negación de la realidad por una buena parte de la sociedad, especialmente de las elites dirigentes e intelectuales. Podemos y Ciudadanos tendrían poco recorrido, a juicio del amigo Nicolás Redondo Terreros, porque, como en el caso de UPyD, son demasiado dependientes de sus respectivos liderazgos. Terrible. Si la conclusión de mi amigo fuera plausible, entonces yo haría las maletas y me iría a otro planeta. El sistema político bipartidista está destrozado. El PSOE es inexiste en algunas comunidades autónomas, por ejemplo, el País Vasco y Cataluña; y, en otras, ni se le espera ni se le conoce peso alguno. El PP ha sufrido la mayor derrota de su historia en Andalucía y las encuestas predicen los peores resultados para este partido en las municipales y autonómicas, pero los nuevos partidos políticos, exactamente, los que han puesto en cuestión todo el sistema corren serios peligros. Eso no se lo cree nadie un poco sensato. Por favor, seamos serios, atendamos a lo real. No nos engañemos. El problema intelectual más grave que en estos momentos tiene España es no querer enterarse de lo que está sucediendo. Eso es lo que demostró el otro día la reunión de la junta directiva del PP y eso es, en mi modesta opinión, lo que todos los días oímos y leemos en los medios de comunicación.
Frente a la huida de la realidad, es preferible bajarse a pie de obra y describir lo que está pasando. Por ejemplo, pactarán Podemos y Ciudadanos con el PSOE de Andalucía. Dudo de que el pacto propuesto por Díaz a tres bandas, o sea, entre Ciudadanos, Podemos y el propio PSOE, tenga alguna verosimilitud. Tampoco creo que, finalmente, Podemos asista al PSOE. Sin embargo, creo que Podemos, por su bien, alargará las negociaciones para la investidura de la líder socialista. En cualquier caso, estudiar el alojamiento de Podemos en el sistema político andaluz resolverá más de un interrogante de este partido en España. De momento, la negociación que ya ha abierto con el PSOE para apoyar o rechazar la investidura de Susana Díaz, saltándose algunas formas democráticas de esa elección, servirá para que el propio partido Podemos se extienda y desarrolle. No importa que no esté preparado para negociar, porque mientras negocia, sí, se construye, o sea se prepara. Es un fenómeno político nuevo. Sí, como el andar de la ameba, que no tiene apenas vertebración o estructura, ni tampoco órganos específicos para realizar determinadas funciones, Podemos se desarrolla o desplaza haciendo avanzar su protoplasma, como diría un biólogo, en la dirección deseada.
Podemos ha puesto tres condiciones, por cierto, bastante duras a los ojos de los socialistas, para apoyar la investidura de la señora Díaz, pero eso poco importa para un partido ameba dispuesto no sólo a cambiar de actitud y posición permanentemente por alcanzar el poder, sino también a eludir las limitaciones que tiene cualquier partido vertebrado. En efecto, las condiciones impuestas por Podemos al PSOE –dimisión de los imputados Chávez y Griñán, reducción drástica de los cargos públicos y retirada de las cuentas corrientes de los bancos que hayan realizado desahucios sin alternativas habitacionales– pronto se convirtieron en propuestas negociables y, en poco tiempo, estas se convertirán en otras cosas, no importa cómo lo llamemos, mientras permitan al pseudópodo, ese órgano que sólo existe en tanto y mientras sea útil para desplazarse, avanzar, o sea alcanzar más poder. He ahí uno de los secretos de este nuevo partido para una sociedad liquida, inestable e inquieta, que se muestra en todos los movimientos y acciones de Podemos. Este partido, como la ameba, se desplaza, se construye, mientras se mueve sin apenas desgaste. Ejemplos de esta carencia de daño o quebranto por ser un partido, aparentemente, informe y resbaladizo hay a montones.
Basten tres ejemplos recientes para hacerse cargo de lo que mantengo. Primero, aunque parezca inaudito, resulta real que la señora Rodríguez, en Andalucía, haya sido antes parlamentaria de Podemos en la Junta de Andalucía que secretaria general de su partido en Andalucía, sencillamente porque su partido aún no tenía estructura en Andalucía antes de ser elegida. Segundo, Podemos presenta a una candidata al Ayuntamiento de Madrid, Manuela Carmena, que disiente amplia y profundamente de lo que mantienen los líderes de Podemos respecto a Venezuela y a otros asuntos de importancia, pero esto no parece hacerle mella al partido, entre otras razones, porque los de Iglesias decidieron hace tiempo que no se presentarían a las municipales con las siglas de Podemos; aparecen emboscados o confundidos con otros grupos políticos afines o, quién sabe, disfrazados con otros nombres que responden a la ideología podemita. Lo cierto es que a Podemos esa forma de actuar, lejos de producirle quiebras, le genera adhesiones y simpatías.
Y, tercer ejemplo para estudiar al grupo de Iglesias con la metáfora de la ameba, Podemos se presenta en la sociedad de mil maneras, incluso con otros nombres y siglas, sin que esto le produzca un mínimo rasguño ideológico o electoral; al contrario, parece que le da prestigio y legitimidad. He viajado por toda España, en los últimos meses, y he tenido varias veces la misma experiencia, sobre todo en los campus universitarios y en los centros de las ciudades, a saber, alguien me ofrecía un periódico o una hoja volandera, con diferentes nombres, pero que siempre hacían mención al desempleo, las desigualdades sociales, los desahucios y lo mal que está la situación política, entonces yo preguntaba, con fingida inocencia, ¿es esto una información de Podemos? A lo que inmediatamente me respondían mis interlocutores: "No, no, nosotros somos de una agrupación ciudadana, llamémosle X, independiente. No pertenecemos a Podemos, pero", y en este pero estaba contenido todo, "respetamos mucho las posiciones de Podemos". Ahí tienen, pues, cientos de asociaciones y grupos de la llamada “sociedad civil” trabajando para Podemos sin que la propia dirección de este partido se lo haya pedido o quizá sí. ¡Quién sabe!
Un cosa es clara: Podemos es realista, pero sus observadores intelectuales y políticos me parece que viven de viejas ilusiones.