El éxito del nuevo Gobierno de Rajoy dependerá, como nos enseñó Maquiavelo, de la fortuna. Pero ésta no es nada, como sabía el sabio florentino, sin doma. Tres son los principales instrumentos para que esa doma tenga éxito: el carácter de los ministros que nombre Rajoy, los asesores del Gobierno y el comportamiento de los medios de comunicación. Sobre los tres asuntos ya pueden decirse cosas con cierto sentido a la luz de lo que ha sido dicho y publicado.
La expectación crece y millones de españoles desean conocer al nuevo equipo gubernamental. Rajoy ha guardado riguroso silencio sobre los nombres de las personas que nombrará, pero, por el contrario, ha sido muy preciso al explicarnos cómo será el perfil, en cierto sentido, el carácter de los nuevos ministros. Rajoy prefiere antes personas abiertas al diálogo que tecnócratas insensibles a oír lo que no dicten ellos. Aunque es verdad que el proceso de racionalización, tecnificación y burocratización de la vida política tiende a restringir, limitar y, a veces, dejar en un segundo plano la figura clásica del dirigente político capaz de cambiar el rumbo de la historia, no es menos cierto que en las épocas de crisis, como la que vivimos ahora, necesitamos de políticos con altura. La figura del político vocacional se hace hoy más necesaria que nunca.
Rajoy ha apostado por un perfil de político clásico. El presidente electo ha dicho con claridad que no quiere burócratas, sino políticos capaces de hacer funcionar una maquinaria administrativa llena de trampas. Creo entender que al preferir políticos está pensado en personas con imaginación y dispuestas a tomar decisiones con rapidez e inteligencia. Los ministros son, sin duda alguna, importantes y no son, según dicen los más pesimistas, intercambiables unos nombres con otros; frente a quienes creen que la profunda burocratización del Estado por un lado, y la extrema dependencia económica que tiene España respecto de la UE, convierten a todos los políticos en muñecos dirigidos por los tecnócratas europeos, Rajoy apuesta por políticos con criterios.
No serán, sin embargo, la imaginación y la decisión características clave de los nuevos ministros si éstos no van acompañados de buenos asesores y gentes dispuestas a criticar, enmendar y corregir los errores de los jefes. Ahora más que nunca se necesitan políticos comprometidos con el Estado antes que turiferarios del poder. Sobran socorristas y pelotas del poder y se precisan personas con inteligencia y sentido común. Así, cuando hablamos de la búsqueda de políticos profesionales, capaces de resolver una crisis económica e institucional, como no se ha conocido otra en este periodo democrático, tenemos que pensar no sólo en los ministros, sino también en los asesores más serios y mejor preparados de la sociedad. Creo que el asesor, en efecto, desempeñará un rol más decisivo que en el pasado, entre otros motivos porque la nueva situación es bastante más dramática. Si ya Platón decía que el consejero ha de ser tan sabio como el aconsejado, creo que en las actuales circunstancias, además, tendrá que ser muy crítico.
Respecto a la contribución de los medios de comunicación al buen gobierno me limito a preguntar: ¿conseguirán los medios de comunicación más cercanos al PP ir un poco más allá del Gobierno?, ¿conseguirán esos medios dejar de ser extensiones, más o menos acertadas, del PP para ejercer una genuina labor de orientación crítica? Y, sobre todo, ¿tomará el gobierno del PP en serio las críticas que vengan de su ámbito ideológico y político? Será, en mi opinión, decisivo el rol político del periodista para que los dirigentes del PP actúen con decisión, inteligencia e imaginación.