Ya el poeta más antiguo de Grecia, el grandioso Homero, hacía decir a uno de sus héroes que es locura amar la guerra. Pero, cuidado, más locura sería negar su realidad. Esta negación es una auténtica majadería extendida por todo el planeta. Probablemente no haya sentir más compartido en la historia de la humanidad que el rechazo de la guerra. Pero esta condena unánime, si somos realistas, tiene en la otra cara una figura inquietante y también absoluta: la necesidad de la guerra, demostrada justamente por el hecho de que se da sin tregua pese a la mejor voluntad para evitarla. La guerra es el mal inevitable, la más humana inhumanidad, que sigue entrando en nuestras vidas con la misma urgencia y la misma demanda: una lección de realismo que nos obliga a aceptar lo más odioso y abrir la puerta a su justificación en nombre de las cosas como son.
Y, sin embargo, ante los rumores y amenazas rusas sobre Ucrania, tendríamos que preguntar: ¿ordenará, finalmente, Putin, como Jefe de los Ejércitos de la Federación Rusa, la invasión militar del país vecino?, ¿cuáles serían las justificaciones de esa guerra?, ¿habrá, finalmente, guerra entre Ucrania y Rusia? Ciento de interpretaciones se han dado de estos interrogantes, y algunas de ellas, sin duda alguna, más parecen estímulos para la guerra que estudios serios y objetivos sobre la coyuntura política y, porqué negarlo, acaso prebélica que hoy se vive en esa zona del planeta. Sin embargo, no me hallarán entre quienes apuestan, como el presidente de los EEUU, Biden, por una próxima e inmediata invasión del ejército ruso en Ucrania. Sigo pensando, como aquí he razonado varias veces, que asistimos a un gran montaje del que los actores principales, Rusia y EEUU, quieren sacar grandes réditos. Todo, dicho en castizo, podría quedar en un gran farol. Una fabulosa farsa. No se pasaría de la amenaza a la acción propiamente bélica.
Son muchos los argumentos a favor de mi tesis, pero hay uno que recientemente me parece digno de relevancia. Procede del interior de Rusia y representa a una parte significativa de la sociedad rusa vinculada al Ejército de la Federación Rusa. Boris Cimorra, el gran investigador sobre la caída de la URSS y los procesos de neosovietización impulsados por Putin, me pone en antecedentes de su importancia. Y es que algo contra Putin se mueve en el interior de Rusia. Es poco, sí; pero pudiera ser decisivo para detener definitivamente la intervención del Ejército ruso en Ucrania. Me refiero a un documento aparecido al amparo de una institución de carácter cívico-militar, creada en tiempos de la antigua URSS, con arraigo en el cuerpo social. Se trata de un Llamamiento de la Asociación de los Oficiales de toda Rusia al Presidente de Rusia y a los ciudadanos de la Federación Rusa. Está firmado por su presidente, el general retirado Leonid Ivashov, un viejo halcón, un duro del antiguo ejército soviético. Es considerado de un patriota a la antigua usanza. Este general encabeza todo un alegato contra la propaganda belicista de Putin: "Las fuerzas armadas rusas no están capacitadas para realizar una rápida y victoriosa guerra contra un país hermano como lo aseguran los medios de comunicación oficiales controlados por el Kremlin."
La conclusión clave de este documento es que Rusia, sin duda alguna, está amenazada por la propia Rusia. Claro que existe una amenaza externa contra la URSS, pero, hoy por hoy, no es nada comparada con la amenaza interna de una Rusia que se desmorona por todas partes: "Las amenazas externas, indudablemente, existen. Pero, según nuestra experta valoración, no son críticas en el momento actual y no amenazan la existencia de nuestro Estado y sus intereses fundamentales. La estabilidad estratégica permanece intacta en su totalidad, el armamento nuclear se encuentra bajo un control seguro, las agrupaciones de las fuerzas de la OTAN no experimentan un crecimiento y no manifiestan una actividad amenazante." Por el contrario, sigue diciendo el Llamamiento, "puede afirmarse que las amenazas están a la vista – el país se encuentra al borde del final de su historia. Todas las esferas vitales del país, incluida la demografía, están constantemente degradándose y el ritmo de la mortalidad entre la población rusa está batiendo todos los récords mundiales. La degradación tiene un carácter sistémico (…).Y esta es la principal amenaza, según nuestro punto de vista, para la Federación Rusa (…). La inviabilidad del modelo de Estado, la total incapacidad y la incompetencia del sistema de poder y de la administración, la pasividad y la desorganización de la sociedad son las verdaderas amenazas de Rusia. En tal situación cualquier país no podrá sobrevivir mucho tiempo."
La guerra, según se desprende de este Llamamiento, sería para Rusia un verdadero desastre: número de bajas de jóvenes rusos insoportables para sus padres, desmoralización de la sociedad, ruina económica, Rusia se convertiría en un país apestado en el resto del mundo y quizá enfrentamientos civiles entre la población, etcétera. El final del Llamamiento no puede ser más expresivo: "Nosotros, los oficiales de Rusia, exigimos al presidente que renuncie a su política criminal tendente a provocar una guerra en la cual la Federación Rusa se quedará sola frente a las fuerzas unidas de Occidente, y que dimita de su cargo, según el artículo 3 de la Constitución de la Federación".
Tres conclusiones extraigo de este Llamamiento. La primera es obvia: Putin no lo controla todo. Quizá sus críticos tendamos a exagerar su poder. La existencia de este documento es ya una prueba de que algo se escapa de sus garras. Se ha encontrado con un Llamamiento en su contra sin poder silenciarlo. La segunda es que Putin podría utilizar en su favor este Llamamiento: si invadiese Ucrania, podría decir que lo hace a pesar de lo que dicen los antiguos generales soviéticos; y si no declara la guerra a Ucrania, podría argumentar que lo hace por respeto al Ejército y sus mayores; sin embargo ninguno de esos dos argumentos utilizará, entre otros motivos, porque es un tipo demasiado orgulloso. Además, no invadirá Ucrania, porque tenía tomada la decisión desde que comenzaron las amenazas a este país. Sí, es la tercera conclusión: el régimen de Putin vive de la amenaza.