He escrito cientos de columnas contra los gobiernos socialistas de las dos últimas legislaturas. He escrito tres libros cuestionando las políticas sectarias y antidemocráticas, especialmente en los ámbitos de la cultura y la educación, de los diferentes gobiernos de Zapatero. He escrito siempre de modo crítico, o sea, obedeciendo antes a mi conciencia que a la estupidez del pensamiento políticamente correcto. Pero, sobre todo, he intentado zafarme continuamente del poder de las mentiras manufacturadas por los partidos políticos, es decir, he huido de la propaganda como de la peste; entre las cientos de mentiras producidas por los partidos políticos, hay una que repiten los columnistas políticos sin mucho fundamento: "Es menester que el partido perdedor, se supone que el PSOE este 20-N, no obtenga unos resultados catastróficos, porque la democracia lo necesita".
Esa conclusión es tan falsa como ideológica. Los partidos políticos nacen, crecen y mueren. Es la única manera que tienen las democracias de renovarse; quienes tratan de mantenerlos vivos a pesar de sus errores y barbaridades, colaboran al mal tanto como los propios dirigentes políticos. Las grietas y escisiones de un partido no se tapan adorando una momia, supuesto de que los socialistas tuvieran alguna que pudiera compararse a la que tuvo el PCUS en el pasado, sino afrontando su caída. Adorar la momia de Lenin fue la principal estrategia de uno de los partidos más criminales que dio el siglo XX. ¿Quién en su sano juicio puede querer eso para el PSOE? Espero que nadie; pero es que, además, es imposible una actitud semejante a la del PCUS en una circunstancia democrática. Por eso, precisamente, quiero la quiebra del PSOE. No quiero que los españoles adoren una momia.
Defiendo que es bueno, e incluso necesario, que de vez en cuando quiebre un partido político para que se refunde la democracia. He ahí mi primera expectativa de estas elecciones, en verdad, la principal conclusión se refiere a los resultados del 20-N; en efecto, ese día será histórico, un parte agua en la democracia española, si, y sólo si, el PSOE sale quebrado. Si el PSOE no es derrotado en las urnas con rotundidad, esperen lo peor: el régimen político instaurado por los socialistas a partir del 11-M de 2004 continuará. Los españoles irán de mal en peor. Insisto: si el PSOE no obtiene la mayor derrota de su historia, el PP lo tendrá casi imposible. Quiero, en efecto, que desaparezca el PSOE tal y como ha sido concebido por Zapatero-Rubalcaba. Sólo entonces, cuando el PSOE empiece su refundación, entonaré con alegría la frase grandiosa de María Zambrano: la esperanza rescatada de la fatalidad es la libertad.