El Gobierno prepara la expulsión de ANV de los ayuntamientos vascos. Lo hará con parsimonia y delectación. Es la llave maestra que lo conducirá al poder en el País Vasco. Echará a ETA de los ayuntamientos, sí, pero será su principal baza, aunque parezca una paradoja, para pactar con los expulsados su integración en un futuro Gobierno socialista. Nada es inviable en un país pastoreado por el populismo socialista. La prueba principal está en Cataluña. El discurso de negociación del PSOE con los terroristas no ha sido sustituido, según creen algunos obtusos, por un discurso contundente, claro y preciso de eliminación de ETA por todas las vías políticas, jurídicas y policiales.
Es obvio que en la práctica, durante la nueva legislatura, el PSOE parece más preocupado por perseguir y encarcelar terroristas que en la anterior etapa de negociación. Es obvio el cambio en las formas de actuación de los socialistas. Es obvio incluso que algunas declaraciones del populista Rodríguez Zapatero respecto a ETA son más bravuconas. Pero, en fin, nada de eso puede llevarnos a mantener, como dicen los plumillas comprados por el PSOE, que la política antiterrorista ha dado un giro de 180º. Falso. Todo es maquillaje y patinaje artístico de los socialistas. El PSOE, en cualquiera de sus versiones, no ha cambiado el discurso de acercamiento, atracción y, en fin, negociación con los criminales de ETA para que participen en el tinglado político confederal que han montado.
Por lo tanto, el proceso iniciado por el Gobierno para expulsar a ETA de los ayuntamientos vascos tiene tres objetivos principales. Primero, simula que presta atención a las exigencias del PP de expulsar a los terroristas de las instituciones locales. Es una caricia de adiestramiento para que Rajoy se tome aún más en serio su tarea de "leal oposición". Segundo, disciplina al entorno político de ETA para que siga negociando con los socialistas sin altanería. Les da un cachete para que sigan obedeciendo al jefe de la confederación. Y, en tercer lugar, Rodríguez Zapatero le enseña retadoramente sus armas al PNV, es decir, le indica, por un lado, que puede romper el frente nacionalista, pero, por otro, le muestra el camino para integrar en un futuro Gobierno socialista a los ayudantes de los asesinos.
El proceso gubernamental de expulsión de ANV servirá a Rodríguez Zapatero para imponer sus tiempos y marcar la agenda de trabajo que lo llevará al poder en el País Vasco. El PNV aguantará, como ha dicho Arzallus, porque no puede hacer otra cosa. El terror lo ha mantenido décadas en el poder, pero los mismos asesinos se lo quitarán, sin duda alguna, cuando se avengan a pactar con Rodríguez Zapatero. El PNV es una especie de "franquicia" de ETA que está tocando su fin. Ya no volverán a recoger las nueces del nogal que movía ETA. El PNV toca su fin. El PSOE se prepara a gobernar con los criminales de ETA. Y el PP volverá otra vez a quedar fuera.
Es el triste destino de una melancolía. Una España constitucional. Nada.