Las cantidades de dinero que han robado los socialistas, según demuestra la sentencia de los jueces del Tribunal Superior de Andalucía, son fabulosas. Desbordan la mente de un ciudadano de a pie. No creo que exista un ser normal, pongamos por caso un trabajador de la construcción, capaz de hacerse cargo de esas sumas de dinero. Parecen cifras de un mundo fascinante. Es como una película de ciencia ficción. Lo confieso sin pudor: soy incapaz de imaginar cómo puede robarse tanto dinero. El robo de millones y millones de euros, 680 dice la sentencia y más de 800 según otras fuentes de la justicia, han sido castigados con sólo 6 años de cárcel a Griñán, expresidente de la Junta de Andalucía, y 9 años de inhabilitación a Chavés, que fue durante veinte años presidente de la Junta de Andalucía. Otras 17 personas ha sido condenadas con penas más o menos equivalentes a las anteriores. ¿Cree alguien de verdad que esos castigos son ajustados a lo robado al erario público, al dinero destinado a los trabajadores en paro? La respuesta es obvia. Esa gente no pagará jamás sus culpas con esas penas.
Sin embargo, ciento de personas se conforman con esta sentencia. Gritan al cielo para ocultar su hipocresía: al fin, Señor, se ha hecho justicia. La Justicia aún funciona, mantiene y le lava la cara al sistema… Más aún, a otros, aún más cínicos que los anteriores, les parece que el tribunal ha ido demasiados lejos. Las penas han sido demasiado duras con hombres y mujeres que sólo servían a su partido, a la causa de un sistema político que no funciona sin corrupción, pues que no está demostrado, dicen estos cínicos biempensantes, que estas personas se quedarán con parte del dinero sustraído. Terrible es el razonamiento: no han robado para ellos sino para conseguir votos para el PSOE, o sea, se relativiza el mal para degradar aún más al sistema político. Sí, la calidad política del delito, eso que le hace más repulsivo y peligroso para una sociedad democrática, se desvaloriza hasta llevarnos al abismo argumentativo.
Pareciera que la corrupción, y la primera de todas las corrupciones es la del lenguaje, no tiene límites morales. Pero si robar para el partido es menos importante que robar para uno mismo, entonces tampoco se comprende que el señor Ábalos, jefazo del PSOE y portavoz de Sánchez, se desmarque de su responsabilidad ante esta sentencia. Sin sentir el más mínimo pudor dice Ábalos, el número tres del PSOE, que el PSOE no ha sido condenado, aunque lo hayan sido dos presidentes del partido, así como ministros o un vicepresidente de viejos Gobiernos socialistas. Hay que tener mucho estómago para tragarse esto. No cabe en cabeza normal que personajes señeros del PSOE que han sido inhabilitados, y otros serán encarcelados, no tengan nada que ver con el PSOE de hoy. Es imposible. Es, sencillamente, una patraña que la dirección socialista y el Ejecutivo actual puedan desligarse de esta pena. El PSOE es el mismo de siempre. Nunca defrauda. Es siempre auténtico, si se trata de engañar y negar lo evidente.
Y además, con la ayuda de todos los medios de comunicación en su poder, los del PSOE dirán con total impunidad: "Más robaron los del PP". El partido del progreso está libre de toda responsabilidad. Silencio, pues, y a barajar. Sus socios comunistas y separatistas les protegen. Sí, la esencia de la corrupción política no está en el dinero robado o mal habido, sino en la mentira, en las miles de mentiras de los políticos, que hacen posible y legitiman el poder como negocio.